No se me ocurre manejar el mar sin tu alma
Y; no ser jamás señor de mi palabra por ti dada.
En la oración del sujeto supremo celestial acariciar en Angel, el vacío pobre de un din nadie que aguarda de este modo su impaciencia
Te abrazo y ya no me recuerdas.
...no le busques sentido, no lo tiene, o no. Miguel Mochales, maestro zen.
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