Te amo.
Desde la esclavitud de tu eterna Libertad.
Y he llorado tu nombre.
En lágrima mi corazón en el cerebro te llamo.
Llore tu nombre...
Llore tu nombre como llora un hombre en oración.
Mi religión eres tu.
Y la esclavitud fue la Libertad.
Que ni Libertad ni esclavo y ni cárcel.
Solo ser aquel que te alcance.
Me quise acercar a tu nombre y, solo fui un hombre qué, solo te pudo llorar.
Recuerdo cada lágrima como el verbo ama al verbo amar.
...no le busques sentido no lo tiene. O no. Miguel Mochales, maestro zen.
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