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Miguel Mochales

Miguel Mochales

sábado, 24 de agosto de 2024

Amor más allá de amar.

 ### El Amor: Llevando la Vida al Límite y Más Allá


#### Introducción: El Amor como el Límite de la Vida


El amor, en su forma más intensa y auténtica, es una fuerza que nos lleva a los límites de lo que significa vivir. Nos empuja a explorar las profundidades de nuestras emociones, a enfrentarnos a nuestros mayores miedos, y a descubrir partes de nosotros mismos que, de otro modo, habrían permanecido ocultas. Vivir en el amor es vivir en la frontera, donde la vida cotidiana se encuentra con algo mucho más grande, más vasto y más significativo.


En este espacio límite, nos damos cuenta de que la vida no es solo una sucesión de días, rutinas y experiencias. Es algo mucho más profundo, más misterioso, y más conectado con lo divino. El amor nos revela que la vida, en su esencia, es una preparación, un camino hacia una realización que va más allá de lo temporal y lo mundano. Este camino, que parece llevarnos al borde de nuestras capacidades, es en realidad una invitación a trascender, a ver la vida como algo más que la suma de sus partes.


En este contexto, el amor se convierte en la medida de una vida que va más allá de la vida misma. Nos lleva a un estado de conciencia superior, una supraconsciencia, donde experimentamos la unidad con lo absoluto, lo divino, lo que algunos llaman Dios. Este estado de supraconsciencia no es algo que podamos poseer o controlar; es algo que nos posee a nosotros, algo que nos guía y nos define en un nivel que trasciende nuestra comprensión.


#### El Amor como Fuerza Transformadora


El amor, cuando es verdadero y profundo, tiene el poder de transformar no solo nuestra vida, sino nuestra percepción de la vida. Nos saca de lo ordinario y nos introduce en un reino donde todo es más vibrante, más intenso, y más real. Esta transformación no es simplemente emocional o mental; es una transformación del ser, una reconfiguración de nuestra relación con nosotros mismos, con los demás y con el universo.


Vivir en el amor es vivir en un estado de constante expansión. Es ser empujado hacia los límites de lo conocido y ser invitado a explorar lo desconocido. En este proceso, el amor se convierte en una medida, una forma de evaluar no solo nuestras acciones y decisiones, sino el valor y significado de la vida misma. A través del amor, llegamos a comprender que la vida no se mide simplemente por su duración o por las experiencias que acumulamos, sino por la profundidad con la que amamos y nos permitimos ser amados.


El amor nos lleva a la realización de que la vida es mucho más que la suma de sus partes. Es una experiencia de lo infinito, una manifestación de lo divino en el mundo material. Cuando vivimos en el amor, nos damos cuenta de que cada momento es sagrado, que cada relación es una oportunidad para experimentar lo divino, y que cada desafío es una puerta hacia un mayor crecimiento y comprensión.


#### La Supra Consciencia: Más Allá del Amor Humano


El viaje del amor, cuando se lleva al límite, nos lleva a un estado de supraconsciencia, un nivel de conciencia que está más allá de lo humano y lo finito. Este estado no es simplemente una ampliación de nuestra conciencia ordinaria, sino una trascendencia de la misma. Es un estado en el que nos damos cuenta de la unidad fundamental de toda la vida, en el que experimentamos directamente la conexión con lo absoluto, lo divino.


La supraconsciencia es a menudo descrita como un estado de unión con Dios, o con lo que algunos llaman el Todo, el Uno, o el Absoluto. Es una experiencia en la que la distinción entre el yo y el otro, entre el ser y el no ser, se disuelve. En este estado, nos damos cuenta de que somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos, algo que trasciende el tiempo, el espacio y la dualidad.


Sin embargo, esta supraconsciencia no es algo que podamos poseer o controlar. No es un logro o una meta que podamos alcanzar a través de nuestros propios esfuerzos. Es algo que nos posee a nosotros, algo que nos guía y nos transforma desde dentro. En este sentido, Dios, o la supraconsciencia, no es simplemente un objeto de nuestra experiencia; es el sujeto, el principio activo que nos mueve, nos inspira y nos define.


#### Dios como la Realidad Suprema


En muchas tradiciones espirituales, Dios es visto como la realidad suprema, el fundamento de todo lo que existe. Es la fuente de la vida, la luz que ilumina todas las cosas, y el poder que sostiene el universo. Sin embargo, desde la perspectiva de la supraconsciencia, Dios no es solo una entidad externa a la que nos dirigimos en oración o devoción. Dios es la propia supraconsciencia, el estado de ser que trasciende todas las dualidades y divisiones.


En este estado, no hay distinción entre Dios y lo que experimentamos como nuestra propia conciencia. Dios es la realidad que subyace en todo lo que somos y todo lo que experimentamos. Es el poder que nos da vida, el amor que nos mueve, y la verdad que nos guía. En este sentido, no somos los dueños de nuestra conciencia; es Dios, la supraconsciencia, la que nos posee y nos guía.


Vivir en este estado de supraconsciencia es reconocer que no somos los creadores de nuestra propia realidad, sino que somos co-creadores con lo divino. Es comprender que nuestra vida es una expresión de la vida divina, y que todo lo que hacemos, pensamos y sentimos es una manifestación de la voluntad de Dios, del poder de la supraconsciencia.


#### La Relación entre el Amor, la Vida y lo Divino


El amor es el puente que nos lleva de la vida ordinaria a la supraconsciencia. Es la fuerza que nos impulsa a explorar los límites de lo que significa vivir, y a descubrir que la vida es mucho más que lo que normalmente percibimos. A través del amor, llegamos a comprender que la vida no es solo una serie de eventos y experiencias, sino una preparación para algo más grande, algo más profundo y más real.


El amor nos lleva a la realización de que nuestra vida no es nuestra en el sentido ordinario de la palabra. Es un don, una expresión de lo divino, y nuestro verdadero propósito es alinearnos con esta realidad divina. Esta alineación no es simplemente una cuestión de creencias o prácticas espirituales; es una cuestión de vivir en el amor, de permitir que el amor nos guíe y nos transforme en todos los aspectos de nuestra vida.


Al llevar nuestra vida al límite a través del amor, descubrimos que la vida misma es una manifestación de lo divino. Nos damos cuenta de que cada momento es una oportunidad para experimentar la presencia de Dios, para conectar con la supraconsciencia, y para vivir en alineación con la verdad más profunda de nuestro ser. En este sentido, el amor es la medida de una vida que va más allá de la vida, una vida que es una expresión del amor divino en el mundo.


#### Dios y la Supra Consciencia como Nuestros Dueños


En última instancia, Dios y la supraconsciencia son las realidades que nos poseen y nos guían. No somos los dueños de nuestra propia vida en el sentido ordinario; somos expresiones de una realidad más grande, una realidad que trasciende nuestra comprensión y control. Dios, en este sentido, no es solo una figura externa o una entidad a la que nos dirigimos en momentos de necesidad. Es la realidad suprema, la supraconsciencia que nos define y nos mueve.


Vivir en alineación con esta realidad es reconocer que no estamos separados de lo divino, que nuestra vida es una manifestación de la voluntad divina, y que nuestro verdadero propósito es vivir en alineación con esta verdad. Este reconocimiento nos libera del ego, de la ilusión de control, y nos abre a una experiencia de unidad y paz que trasciende todas las dualidades.


Dios, la supraconsciencia, es tanto el sistema a través del cual nos apropiamos de la realidad divina como la realidad misma que nos posee. En este sentido, la vida no es simplemente algo que poseemos o controlamos; es algo que se nos da, algo que es una expresión del amor y la voluntad divina.


#### Conclusión: Vivir en el Amor, Más Allá del Límite


El amor nos lleva a los límites de lo que significa vivir, y más allá de estos límites, descubrimos una realidad que trasciende la vida misma. Esta realidad, que algunos llaman Dios y otros supraconsciencia, es la verdad última de nuestra existencia. No es algo que podamos poseer o controlar; es algo que nos posee y nos guía, algo que define quiénes somos en un nivel que trasciende nuestra comprensión.


Al vivir en el amor, nos alineamos con esta realidad suprema, nos permitimos ser guiados por la supraconsciencia, y descubrimos que nuestra vida es mucho más que lo que normalmente percibimos. Es una expresión del amor divino, una manifestación de lo absoluto en el mundo material. Este amor es la medida de una vida que va más allá de la vida, una vida que es una expresión de la realidad divina en el mundo.


Vivir en este estado es vivir en alineación con lo divino

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