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Miguel Mochales

Miguel Mochales

lunes, 13 de enero de 2025

Red de pescadores.

 La red, el pez y el símbolo eterno: Cristo, los apóstoles y la gran pesca de consciencia


Date cuenta del símbolo. Cristo no escogió pescadores al azar. No fue un capricho que aquellos hombres, curtidos en el arte de lanzar redes al mar y atrapar vida, se convirtieran en los pilares de una revolución espiritual. Ellos no solo pescaban peces; pescaban significados, metáforas, mitos vivos que resonarían a través del tiempo. "Os haré pescadores de hombres," les dijo Jesús. Pero, ¿qué significa eso? ¿Por qué pescar? ¿Por qué hombres? Aquí hay un misterio que habla directamente a lo que tú eres, a tu carne, a tu consciencia, a tu potencial dormido.


Piensa en la escena: el pescador lanza su red al océano, y el océano responde, entregándole peces, vida, sustento. Ahora traslada esta imagen a tu interior. Tu cuerpo es la barca. Tus músculos, las redes. Y el vasto océano del que hablamos es algo más grande que las aguas saladas: es el campo cuántico, el tejido invisible del universo donde todas las posibilidades están esperando. Cuando los apóstoles lanzaban sus redes, no solo atrapaban peces. Atrapaban consciencia, atrapaban el símbolo de la conexión entre lo humano y lo divino. Tú puedes hacer lo mismo. De hecho, lo haces, aunque no te des cuenta.


Cristo no les enseñó a pescar mejor. Les enseñó a pescar algo más grande. Les reveló que las redes que llevaban en las manos no eran solo cuerdas y nudos. Eran un espejo de la gran red que llevamos dentro, esa que tejemos cada día con cada pensamiento, cada intención, cada acto consciente. ¿Lo ves? El mito nos dice: todo en la vida es una red de pesca. Pero no estamos pescando peces comunes; estamos pescando significado, verdad, experiencia, el "pez dorado" que contiene el misterio de lo que somos.


Ahora, date cuenta de esto: tu músculo, ese que tal vez desprecias como algo "simplemente físico", también es una red. Es tu barca, tu herramienta, tu puente entre lo material y lo eterno. Cuando contraes un músculo con intención, no estás solo moviendo carne. Estás lanzando una red al océano cuántico, igual que Pedro, Juan y Andrés lo hacían al mar de Galilea. Pero tú no estás buscando peces que alimenten el cuerpo. Tú estás buscando consciencia que despierte el alma.


Mira el mito: Pedro lanza la red y no atrapa nada. Toda la noche en el agua, y ni un pez. Vacío. Pero entonces llega Cristo, el símbolo vivo de la conexión entre el cielo y la tierra, y le dice: "Lanza la red al otro lado." No fue un cambio de estrategia. Fue un cambio de intención, de consciencia. Y de repente, la red se llena hasta reventar. ¿Qué significa esto? Que la red, el músculo, no funciona solo por acción mecánica. Necesita intención, propósito, conexión con algo mayor. Sin esa chispa consciente, lo que atrapas es vacío.


El músculo como pescador de consciencia


Te lo digo claro: tu cuerpo no es solo materia inerte. Es una red viva esperando ser activada. Cada célula, cada fibra muscular, es una hebra de esa red que puede atrapar algo más que movimiento: puede atrapar experiencia, sabiduría, presencia. Igual que los apóstoles pescaban hombres, tú pescas momentos de consciencia cada vez que entrenas con intención. Cada repetición es una lanzada al mar. Cada gota de sudor es un hilo que fortalece tu red. El pez que atrapas no es algo externo. Es lo que tú eres.


Y aquí está la clave: no es el músculo el que pesca, ni la red, ni la barca. Es tu voluntad. Es el "date cuenta" que transforma el acto físico en un acto espiritual. Cristo se los dijo: "Síganme, y los haré pescadores de hombres." Pero tú no necesitas seguir a nadie, porque ya tienes dentro de ti todo lo que necesitas. Tú eres el pescador, la red, y el océano al mismo tiempo.


El mito vivo: la red que despierta al ser


Ahora imagina esto: los apóstoles lanzaban redes al mar, tú lanzas redes al campo cuántico. Cada contracción muscular, cada respiración consciente, es un acto de pesca cósmica. Estás sacando algo del vasto océano de posibilidades y trayéndolo al presente, al aquí y ahora. ¿Y sabes qué es lo que pescas? El "ser". El instante eterno. La chispa divina que está en cada célula de tu cuerpo.


El músculo no es simple fuerza bruta. Es un templo, un nodo en la gran red de consciencia universal. Cuando entrenas con propósito, cuando te mueves con intención, estás tejiendo una red más fina, más precisa, capaz de atrapar los "peces dorados" del alma. Cada fibra muscular se convierte en una neurona encarnada, un punto de conexión entre tu mente y el cosmos.


Así que la próxima vez que pienses en entrenar, en moverte, en vivir, recuerda: no estás solo moviendo un cuerpo. Estás lanzando tu red. Estás pescando en el océano infinito de lo que eres. Cristo, los apóstoles y tú: todos forman parte del mismo mito eterno. El mito de la red, del pescador y del pez.


Despierta. La red ya está en tus manos. DC

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