1. No existe el tiempo.
En esta vida no existe el tiempo en una dimensión oculta de la vida y de la mirada.
Un lugar donde solo existen fuerzas que danzan en tu alma y tienen su seno en un concepto genético de la existencia.
El concepto genético de la existencia es solo el proceso de como tus genes contienen impresiones internas que no puedes ver pero que por reflejo en distintos momentos no solo se expresan sino que atan tus alma.
Atan tu alma.
Esta atadura es una cadena de fuerza mayor sin explicación en ti pero en ejecución en tus comportamientos.
INICIÓ DEL DIARIO
Cada día de la vida sucedía lo mismo. Y sucedía lo mismo porque de alguna manera por, simplemente no entender pasaba.
Desde pequeño existía un sentimiento de culpa.
Una culpa que era, en su última expresión tristeza.
Era una expresión de la tristeza de aquello que es absoluto.
Absoluto porque te coge en cada fibra de tu cuerpo y, porque te enreda el alma.
Esa culpa era oscuridad.
El siempre pensó que era la oscuridad de aquellos que son pobres. Algo así como si el cuerpo se viera atado a un comportamiento, y en este comportamiento no existiera la posibilidad de disfrutar la vida.
Era algo que venía de varios lados.
La respuesta no era ni paterna ni materna, si no más bien de ambos lados.
Lo que sucedía era como una especie de penitencia extendida en el tiempo.
Una extensión que se solía percibir por parte de algunos de los miembros de ese grupo de dos familias, en algunos con una extraña mirada de compasión y en otros la mirada era como de una superioridad e incluso indulgencia.
Desde ese momento sientes que algo está oculto pero lo que no entiendes es que has hecho, solo sabes que de algún modo estás pagando algo que no has cometido.
No has cometido pero sucede.
Lo que no sabes es que ese asunto tiñe tu vida desde que viniste al mundo por la actitud de los que estuvieron en tu alumbramiento, así como en esa sensación de paredes tapiadas de habitaciones que jamás debes remover.
2. Analizando el pasado de tu pasado que no te ha pasado.
En todo pasado existe un hoy en ciernes. El problema es cuando vives el hoy pero es tu ayer el que te gobierna. Pero todavía es ,as inverosímil cuando vives el hoy pero un ayer que no es tuyo te reina.
Pero es que la vida cuando es menos es algo más.
Tú tienes un peso de alma que asoma como una sombra. Y no sale cuando duerme o estas a solas, sale cuando triunfas o cuando estás a solas en la muchedumbre.
En este último caso tu sombra sale a hablar con la sombra de los otros anónimos que te rodean.
Una extraña danza de noche y pena que se mueve por los barrios de la soledad en concurrencia.
La sombra en el ser humano ata a la persona en forma de masa social de sombras que se conectan.
Así el hombre sueña pero la sombra reina y gobierna.
Los procesos más importantes de identidad se producen siempre en aquellos lazos que ni siquiera sabes que los tienes.
Aquellos lazos que te atan.
Te bloquean.
Te hacen sentirte apartado.
Te apartas primero de ti porque es como si tuvieras una aplicación complicada para que tu existieras dentro de ti.
DIARIO
Lo que era más importante es el mundo del niño que eras.
En el, tu cerebro, sin tu crecimiento operativo se buscaba la vida como podía.
Era tal la carga que ese niño arrastraba que como no la puede transportar en su cuerpo, la lleva en un fardo encima de la cabeza.
Ese fardo llamado mente.
En esa mente la mayor carga de profundidad viene determinada por un elefante que camina debajo de nuestras nalgas y que se encuentra aterrado por miles de ratones que corren por debajo.
Lo que más le sorprendía era siempre la sensación de ocultar de su vida todo aquello que era su vida porque su vida no era vida.
Por qué los demás tenían vida y el no?
Era como si la vida solo visitará determinados pisos o barrios.
La primera herida fue en su mundo interior.
En su mundo interior en momentos y fechas que eran una especie de encrucijada social.
Encrucijada social que hacia suceder que un momento de celebración no fuera celebrado.
El único paraíso era su mundo interior.
Y luego su mundo exterior cuando él estaba solo.
Esto se volvió muy importante.
Esta soledad.
Esta soledad era determinado por el hecho de que el solo se tenía que proveer de todos los requerimientos emocionales necesarios.
Se convertía en padre, maestro, dotaba su corazón de sentimientos, escribía sus propias historias.
En el amor sobre todo la parte más romántica le permitía estar desvinculado del mundo.
Su amor le llevó a un paraíso donde era posible descubrir un atisbo de eternidad.
Un amor desarrollado en sueños que solo se pueden reproducir desde un paraíso que se llama utopía.
La propuesta de su alma era la consecución de ese tesoro inefable que era la trascendencia.
El comprender que había un mundo diferente y en ese mundo existía una posible redención del alma.
La posibilidad de esta consciencia arrancaba siempre desde la supuesta sensación de que en ese lugar había un perdón que fuera liberador de un algo que al cargar con ello, solo la trascendencia a un reino de los cielos en esta tierra.
Desde ahí se inicia el proceso de creación de la realidad exterior desde la base de una cadena de crecimiento que denomina EL IDIOTA>EL POETA>EL MAESTRO>EL BUDA>EL EMPERADOR>EL TAHÚR.
3. De todo lo que se habla
Lo más importante es comprender que es el factor que denomina y determina tu yo.
Esta determinación es tal que tu vida va teniendo una serie de señales las cuales de no leerlas te va a determinar porque en esa serie de señales está escrito tu subconsciente a modo de indicaciones que cuando las alineas encuentras EUREKA.
EUREKA son esas señales
Señal es todo aquello que te llama la atención de manera reincidente y que no tiene ninguna explicación puntual. Pero de manera irremediable te conecta.
Lo que no existe te habla.
Existe aquello que existe pero también pertenece aquello que sucede y no tiene una existencia pero permanece.
No existe pero cuando sucedió dejaste una señal para que recordaras aquello que hace que el hilo de la cometa no se enrede en esa ramo del árbol pero necesariamente, de aquello que te dejaste una marca para alejarte, te acerca.
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