Aprendi a mi, a ti, a no ser que no pudiendo, en duda, solamente, de todo, en ti, creer.
Por eso te llamo, al instante del constante enajenamiento posesión de ansia el camino que tiendo.
Dormido de mi alma la porfía veo, que no amor es amor en tanto no lo creo, que, a ti, de mi olvido, pretendo.
Mandame en la cárcel continua de este poseído tiempo y te amo, y te respeto, te adoro, te venero.
Alcanza esta noche el desatino que no pronuncia que es amarte vida y vivir si amarte, renuncia que tu, en la denuncia que acumula anuncia no obstante, que no puedo ser mas, nada mas, que tu poeta amante.
Te amo
Se que me amas.
Miguel.
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