entrenamiento zen, máximo rendimiento, tao, meditacion,dojo en madrid, practicar zen

Miguel Mochales

Miguel Mochales

miércoles, 1 de octubre de 2025

DOGMAZEM 53

 


El Fuego y la Belleza: El Rostro de lo Divino



Ana, y todos los que estáis aquí, escuchad con atención.

¿Sentís cómo quema este entrenamiento, cómo arde esta meditación? Esa es la señal. En esta vida, sólo el fuego despierta la pasión, sólo el fuego purifica el cuerpo, porque limpia el agua de la que estamos hechos —y recuerda, más del 80 % de ti es agua.

Y sólo el fuego, con su intensidad y su verdad, abre el camino de la sabiduría, porque te obliga a mirar dentro, a cruzar la puerta interior.


Déjame decirte algo esencial, Ana:

Dios, cansado de que lo buscaras fuera, se escondió en el único lugar donde jamás pensaste buscarlo: dentro de ti.

Y a través de ti se lo digo a todos.


Si pudieras verte a ti misma desde fuera cada vez que purificas tu agua interior… si pudieras contemplar la luz que irradias cuando atraviesas el fuego… entenderías por qué este camino merece la pena.

Cuando sales a la calle, como todos, te colocas una máscara: la cara de circunstancia. Esa expresión que contrae el rostro, que tensa el cuerpo, que te encoge sin que lo notes.

Y entonces, desde esa contractura —ese no estar recto, ese no vivir en alineación— te preguntas por qué la vida parece torcida.


Ahora mírate: tu rostro ha cambiado. Ahora llevas la cara divina.

Un maestro zen decía: “Dios en ti es un ángel dentro de un ángel.”

Y sin embargo, lo malo lo crees sin dudar, pero lo bueno… lo bueno piensas que no puede ser verdad.


Este es el motivo profundo de nuestra práctica: que en ti, mujer, nazca la diosa interior; que en ti, hombre, despierte el héroe, aquel que es capaz de sostener el amor y, desde él, llegar a Dios, la energía sin tiempo.


¿Sabes qué me pasa, Ana?

Se me hace un nudo en la garganta y una lágrima asoma a mis ojos…

Porque todo esto, todo este fuego, este esfuerzo y esta entrega, no son otra cosa que el meditar de la belleza.

La belleza de reconocer a Dios en ti misma, la belleza de ver en tu rostro el reflejo del universo.


No hay comentarios: