Su mirada es delicada.
Muchas veces te mira con la fragilidad de una niña, y otras es un gigantesco ocaso donde el silencio eclipso el infinito.
La posibilidad de alcanzar su alma es la posibilidad de que ella crean en ello mismo temblando y sucumbiendo en temblor al enorme desatino de preconizar en su vientre al aura del destino.
Lo elevado de su vida es la no pertenencia a ninguna ley de la tierra.
Su dicha es la de un atardecer en un mar de plata lento de su respirar.
Por eso se conecta con el infinito susurrante de delicados muros de categorico estar donde la premura de soltar el universo se convierte en el proceso de recrear, lentamente el azul de un lucero de pasion por enredar al abismo vacuo de quien pertrecha la soledad en la plenitud de su ser.
Todo es importante.
Todo es verdad.
Todo es un instante.
Todo es esa posibilidad de, alcanzar el azul del mar y del cielo enredar en su hara, el mar de plata, donde su alma se va a bañar.
Si dios quisiera llorar poesia iria su mar de plata a orar.
....no le busques sentido, no lo tiene, o no. miguel mochales, maestro zen
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