La vía
perfecta.
Existen
numerosas técnicas.
Aquí
hablamos de la vía.
La vía
perfecta.
Perfecta.
Perfecta que
quiere decir completa.
Vía porque
marca el camino que lleva al Tao.
Tao es la
esencia de la autentica divinidad en el ser humano.
En cada ser
humano.
En cada
individuo
En su propia
unicidad.
Recalco que
ante todo es la vía perfecta.
Ante todo,
cada una de las técnicas sean explicadas con el detalle, con el análisis de un
entrenador.
La vía
perfecta seria un libro de adiestramiento, solo para conseguir la quietud y el
silencio.
La vía es la
distancia que te separa a ti, de esos dos puntos, quietud y silencio.
Quietud y
silencio en el exterior.
Hasta llegar
al éxtasis de lo eterno.
Éxtasis por
acumulación de energía.
Eterno,
instante que a través del éxtasis eres capaz de prolongar cada segundo.
Cada segundo
se convierte en un “siempre”.
Hablamos de
siempre y siempre es vivir en un presente continuo.
Imagínate
que cada momento sólo fuera un ahora.
Ahora sin
pasado, y sin consecuencia.
Ahora y
ahora fuera siempre.
Ese estado sólo
es posible en momentos de extrema excitación o en aquellos de profunda calma.
Extender el
tiempo es sólo posible cuando tus sentidos son alimentados de forma
extraordinaria.
Alimentados
por tu propia energía.
Alimentados
por estímulos.
El momento
extremo es aquel en que “paras el tiempo”.
Paras el
tiempo tanto que desaparece tu presencia.
Pre-esencia.
Lo que es
previo a la esencia.
Hablamos de
tu contorno, de tu piel, de aquello que se considera barrera, pero que en
realidad deberás considerar como puerta.
En el
momento en que esto es así, inicias la transcendencia.
La
transcendencia, el paso es muy sencillo.
Llega un
momento en el que comprendes, que para que no exista tú, para que esa
culminación sea posible, lo de dentro y lo de fuera ha de ser igual.
Fuera y
dentro unidos, pero unidos no en la forma sino en lo que lo forma.
Ese
concepto, que es importante que lo entiendas, la siguiente forma en que se
expresa es energía.
Por tanto,
de lo que te hablo es de aquello que es previo.
Dos
conceptos lo definen, chi o prana.
A estos
términos no les des más sentido, mantenlos en la asepsia de la distancia.
Tanto chi
como prana, tienen una común circunstancia.
Tienden a
expandirse, y ahora usamos términos de comparanza.
Términos
donde el lenguaje común coge tintes de poesía y matemática.
El canon
común que define, se traslada en metáfora a Brahma, o principio de expansión.
Si lo llamas
amor, lo veras de forma más clara.
A todo esto.
Absolutamente
a todo esto, se le sumen dos circunstancias.
Por un lado
la definición rigurosa del concepto.
Por otra, lo
que en ti deparas.
Así chi, es
la definición de universo, concepto.
Pero también
es la base de la acupuntura. Eso es lo que en ti depara.
Después de
estas circunstancias, viene el adiestramiento.
El periodo
de disciplina y pauta.
Disciplina
te lleva a ser discípulo.
Discípulo es
receptáculo.
Receptáculo
es no discusión.
“Hágase en
mi según tu palabra”.
Y entonces el
gurú se convierte en Maestro.
La técnica
es la vía.
Pauta es la
sencillez de la norma.
Sutra, hayku
o poema.
Todo se
define como una breve pauta.
Una pauta
que palpita en tu corazón.
Detiene tu
respiración.
Eleva tu
alma.
Afecta a los
tres centros donde se establece tu conciencia.
Conciencia
es la reflexión sobre ti mismo,
Todo lo que
refleja es una energía que vuelve a si mismo.
Energía
sobre energía, bajada y subida.
Creando un
circuito.
Y en medio
vacío.
Vacío es el
espacio que existe entre el sentido.
Sentido
ascendente o descendente.
Vacío es un
“sin sentido”.
En una
carretera dirección Madrid-Ávila, puedes ir sentido Madrid o sentido Ávila.
El estar en
medio, quieto, es un sin sentido.
Es estar
vacío.
Vacío,
aunque no seas nada.
Meditar es
ser vacío.
Meditar es
el medio de todo.
Al estar en
medio sin sentido, estas vacío, aunque no seas nada.
Entonces no
te mueves, al no moverte eres silencio.
Tienes todo,
pero no posees nada.
Meditar es
así, llegar a un estado de silencio, que te lleva a ser alma.
Si
trasciendes la dualidad mente-cuerpo, llegaras al medio. Y ese medio es el
alma.
Si
comprendes chi.
Si
comprendes prana.
Tú entonces
eres alma.
El alma es
tu esencia.
Cuerpo mente
son pre-esencia.
Son intentos
por separarte.
Meditar es
estar en medio siendo alma.
El alma se
refleja en tres partes.
Donde el
alma se refleja es porque es conciencia.
Conciencia,
un pensamiento.
Una diminuta
rueda.
De eso hay
tres puntos donde son su base.
Frente,
corazón y tándem.
Meditar es
comprender perfectamente estas tres partes.
La vía se
divide en tres fases.
Tres pasos.
Tres peajes.
En cada un
de ellos el todo se manifiesta.
Tres fases.
Cada fase no
es por separado.
Una es el
peldaño de la otra.
La suma de
las tres te lleva al centro de tu estancia.
Tres fases,
tres habitaciones, que te acaban llevando al punto interior de tu alma.
Punto,
espacio minúsculo.
Interior,
hace referencia a tu esencia.
Alma, nos
movemos en esa dimensión donde superas toda dualidad.
Estos puntos
marcan claramente lo que fueron nuestros objetivos iniciales:
-Quietud
-Silencio.
Tres son los
pasos:
·Existencia
del chi
·La belleza
·El milagro
de la vida.
Antes de
cualquier intento de meditación, te ruego que alcances el cielo.
Siempre para
la quietud y el silencio es mas fácil descender.
Descender
desde el cielo.
Lo primero
que debes entender es tu cuerpo.
El cuerpo es
una estructura.
Es un
entramado de tránsitos.
Nada retiene
y todo cobija.
El cuerpo es
eso, un transito de vida.
Es imposible
que entendamos ninguna clase de meditación sin que antes no nos llenamos de
energía.
(Te
recomiendo la profunda lectura de “Un viento suave”)
Cada yoga,
chi kung, se convierte en cada forma, en cada postura, en una recolección de
las flores del alma.
Cuando no
eres ni cuerpo ni mente, sólo alma, es el momento en que el cuerpo se vuelve
transparente.
A mi amada,
no paro ser el testigo de su belleza.
Aun sin
verla, siento su esencia derramada, gota a gota, de su rostro enjugado en lagrimas
de un sollozo dulcificado.
Todo lo
impregna.
El viento es
mas tenue, como un silbo vulnerado, que detiene su canto por escuchar el
silencio de un pájaro.
Todo es
igual.
Igual, pero
cambiado.
Si la vida
detienes podrás ver lo que te estoy contando.
Y cuando lo
veas con los ojos cerrados, en ese momento tu alma se ha derramado.
Si, la
belleza en todo, no se convierte en una búsqueda, sino en un hallazgo.
Entonces no
lo dudes, es tu interior que se esta reflejando.
Entiéndelo,
la belleza está en tu interior.
Tu interior
en un tránsito de fuego a luz.
La belleza
es la luz que habita en sus ojos. Entonces está dios asomado.
Toma la
belleza como luz y esa luz como el centro divino de tu interior.
Después sólo
queda el milagro de la vida.
¿Sabes cual
es ese milagro?
El milagro
de la vida es comprender que toda la vida es un milagro.
El triple
paso.
El triple
sistema, es la segunda manifestación de eso que en una primera situación sólo definimos
como energía, y en el previo fue chi.
Todo este
proceso se define y se expresa a lo largo de todo tu cuerpo como territorio de
desarrollo.
Cada uno de
los tres niveles tiene su propia técnica.
Cada uno de
los tres niveles posee una muestra de esa porción de dios.
Dios no es
dios.
El Dios con mayúsculas,
no es mi dios con minúsculas.
Ambos son
todo, peor el además es nada.
dios, es ese
dios que se encierra en tu interior.
De alguna
forma habría que dominarlo.
Por eso, la
realización del hombre después de los hombres, es el interior del hombre.
En cada
muestra de arte se ve como lo ordinario tintado por nuestra mano se vuelve
milagro.
Esa visión
exterior, es muestras de un reflejo de tu luz interior.
Para que esa
luz se produzca, es necesario que el hombre cumpla con el hombre.
Es necesario.
No puedes
dar uno, sin el otro paso.
Es la base
de tu genética. En cada una de tus células tu primer sentido se halla en
función de perpetuar tu especie,
De ahí tu
compromiso social, tu sentido paternal.
Tienes que
pagar el peso de tu sentido humano.
Hasta que
llega un momento en tanto sacrificio deja de estar justificado.
Entonces
trasciendes al hijo del hombre.
Y eso lo
verás.
A los
treinta y tantos, otra semilla esta aflorando.
Naces a
dios.
A ese dios
interior que se muestra en forma de silencio y quietud.
El por qué o
el para qué, lo mantengo callado.
Eres el
mismo, pero tu sentido ha cambiado.
En esa
hipotética carretera Madrid-Ávila, cambiaste de ciudad. Partías de Ávila a
Madrid y decidiste volver a casa.
Volver a
unirte, en algunos casos, en otros casos escindirte totalmente.
La
transcendencia del hombre es el interior del hombre.
Si sabes
esto.
Sólo si
sabes esto, no quedarás escindido.
Tu casa, lo
sagrado, solamente es tu propio interior.
No hay otro
paraje.
No hay otro
lado.
Y sólo a los
treinta y tantos, con un tiempo concedido, con un pago establecido, te vas
relegando.
Todos los
caminos son perdidas del alma.
¡Cánsate!
Cánsate
hasta la extenuación.
Solo
entonces. Sólo cuando exhausto te detengas, una luna, en el estanque se
refleja.
Y cuando te
olvides del estanque, la luna estará llena.
Entonces sólo
quietud y silencio.
Ya esta todo
realizado.
La vía, si
es perfecta, en ella se halla todo guardado.
De la vía,
la practica no la búsqueda es la esencia.
Una vez que
te hallas decidido, no sigas buscando.
Céntrate en
la práctica.
Se llama
adiestramiento, porque es un entrenamiento que afecta a la totalidad de su ser.
Trasforma tu
interior y eleva tu comportamiento exterior.
No es sólo
el interior afectado.
Ahí
interviene puliéndote, por lo que es empleado en individuos especiales.
Si en lo que
haces prima lo colectivo ¡Olvídalo!
Si por el
contrario es el individuo lo destacado, ahí has acertado.
Esos son los
pasos.
Si los has
dado.
Si los has
notado.
Adelante.
Sino,
permite que el tiempo haga su trabajo.
El chi pasa
por tu cuerpo por tres vértices principales.
A partir de
esos puntos notas como todo tu organismo es revitalizado.
Hablamos de
una practica que conlleva la estimulación de tu ser.
Algo que
podíamos denominar como excelencia.
La
excelencia es la estimulación del que observa.
Sientes más,
comprendes más, puedes más.
La
conciencia, la sensación y la fuerza.
Tres vértices,
tres ruedas y, cuando más oyes, ves, sientes y puedes más profundo es tu
silencio.
La
tranquilidad del poderoso.
Vamos a
llamar meditación al trabajo, al entrenamiento y al adiestramiento de estas
tres ruedas.
La
meditación es el medio, nunca el fin.
No lo
confundas.
Puedes
pararte donde quieras, pero esa es tu decisión.
La primera
puerta, la primera estancia es la cabeza.
La cabeza es
el elemento en el que reside la captación del chi.
Es el chi
que se denomina en el taoísmo como chi celeste.
Esto produce
dos efectos, un aspecto consciente y otro inconsciente.
Uno que
selecciona, uno social y otro que admite, trascendente.
Meditar es
el traslado del consciente al inconsciente.
El
inconsciente sigue siendo inconsciente, sólo que tu lo conoces.
A estos dos
términos hay que añadirle el subconsciente.
El
subconsciente es el techo de la humanidad.
En el se te
dice hasta donde debes llegar.
La
meditación, la practica de entrenamiento consiste en dos fases.
Primero
tomas conciencia de TI.
Todo en ti
cambia, lo que piensas, tu aspecto, tu situación social.
Pero algo
permanece.
Una voz
interior, un testigo.
Pensar esto.
Sentir esto. Descubrir esto, es la primera practica de tu entrenamiento.
TÚ manejas a
tú.
TÚ descansa
en tú.
Haz esta
propuesta, tú es la casa, es el sofá de tu rincón.
Toda
meditación tiene que estar basada en el acomodo de TÚ en tú.
Pasar de
sentirte un invitado o alguien inexistente a ser el anfitrión.
Tu mejor
sitio para meditar será cuando conviertas tu interior en tu morada.
En una
posición vertical, con las manos separadas fijaras la visión en un punto
superior a la línea de tus ojos.
Esa es la
primera meditación.
En ella nos
vamos a centrar en el factor concentración.
Al mirar un
punto que se halla por encima de tus ojos, estos tenderán a cerrarse. Volverás
pesados los parpados.
¡No lo
consientas!.
Las manos
permanecerán separadas, las palmas hacia arriba. Casi indefensas.
La espalda
recta sin que en ningún momento esté apoyada.
La posición
de la cadera para que esta verticalidad sea factible, ha de estar rotada hacia
atrás, marcando la lordosis lumbar.
El uso de un
cojín que incline el asiento, te será muy útil.
Sino es
siempre preferible que uses como base algo que se asemeje más a una silla un
poco bajita más que un sofá o algo que te recline.
Es necesario
que en tu postura seas capaz de mantener una especie de estado de alerta.
La posición
erecta, con la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás.
La base de
esta práctica es la concentración.
Concentración
en un punto.
Notarás, por
la posición, que en igual medida se cierran los parpados, como no eres capaz de
despegar la vista, la concentración, del punto elegido.
Ahí estas en
meditación.
Estas en el
punto medio entre la conciencia y la inconsciencia.
Y sólo tu
entrenamiento permitirá que predomine la primera sobre la segunda.
Una cosa que
comprobaras es como TÚ es capaz de engañar al organismo que le cobija.
Analiza bien
esto y deja que dos ideas de manera muy clara te inunden:
La primera
es que tú, TÚ no eres.
La segunda
es que TÚ puede dominar a tú.
La forma que
tiene ese dominio esta en la capacidad de meterse en la hendidura entre
consciente e inconsciente.
En un libro
anterior, “El vuelo de laso labios del beso de Morfeo”, te narraba esta
circunstancia.
Estábamos
jugando con determinados grados de estado pre hipnótico.
En otro
libro mío “Arte y magia de la senda de la mirada”, te llevaba a la unión de la
hipnosis y el zen ello nos llevaba a dos expresiones de lo sublime: el arte y
la magia.
Fijar la
vista en un punto es sólo un reflejo.
Un reflejo
de la luz de tu interior.
Es como la
primera vez que conscientemente ves amanecer.
Así tu vista
se queda en tu reflejo, tu consciente colgado, pendiente, en un silencio eterno
y sostenido de ausencia.
Y tu
permanece observando.
Es como una
de esas tardes con luz aun, y aparece la luna.
La
meditación en este momento, no puede mejor se definida.
Estar en el
medio.
Consciencia
a un lado, al otro el inconsciente.
Y TÚ no
actúas en tú.
Aunque tú, a
veces, trates de descabalgarte.
Tú trata de
volverse inconsciente, automático, inerte.
Y en ese
momento miras tu reflejo, un punto más alto que tu vista.
Es como ese
vendedor que pone el pie en el momento de cerrar la puerta. Ya sabe que la
enciclopedia esta vendida.
Meditación
eres TÚ, observando.
La
meditación abre un punto, cuando la posición es sostenida.
Este punto
es el que gobierna totalmente a la energía que circula por la parte superior de
la cabeza.
Este punto
se halla exactamente en el centro de tu frente.
En un
momento notas como se conecta absolutamente con la proyección de tu interior.
También
notaras como toda la parte posterior de tu cabeza, aquella que sería una
proyección directa de tu nuca. Enseguida notas un aumento de temperatura.
Esta
situación tiene que ver con un estado meditativo que se denomina santidad.
En occidente
se han dado dos formas de meditación, que tienen a esta posición concreta como
posición en la que nuestro cuerpo se asienta.
Y sobre
nuestro cuerpo nuestra alma y nuestra consciencia.
Una es la
posición orante del cristianismo.
La otra es
la hipnosis.
A este
respecto, si tú quisieras pintar una bombilla, para mostrar que está luciendo,
pintaras alrededor una orla de puntos.
Así
cualquier persona entendería que esta iluminada.
Sin ser un
entendido en arte, esa es la forma en que la pintura simboliza al santo.
Por tanto,
santo seria un señor que sale en los cuadros con luz propia.
Luz propia
es iluminado.
Buda, en
oriente, es el iluminado
¿Por qué
Buda no sale con un aura? Será porque en vez de ese aura, es representado con
un vientre dilatado.
La idea
fundamental es que con esta técnica eres capaz de desarrollar un tipo de
energía, que es capaz de llevar al ser humano a limites mas allá de sus
posibilidades.
Y, ¿cuál es
esa fuerza?
La fe.
La fe se
compone de dos premisas.
En la
primera tú no eres nada.
En la
segunda, al no ser nada, puedes ser copado por una fuerza superior que te lleve
a mover montañas.
Esto, en su
justa medida, es muy importante, casi tanto como determinante a la hora de
conseguir objetivos materiales.
Al final la
religión, entendida de esta manera, el hombre al servicio de una causa
superior, nos ha permitido conquistar el mundo, aunque frecuentemente perdamos
nuestra vida en ello, allí donde el verdadero Dios es el dinero.
Hay un
momento en que la máquina se rompe.
Es tanta la
energía que nos entra que algún circuito se quema.
En ese
momento surge la hipnosis como sistema de reparación.
El mecanismo
se basa, en su funcionamiento, en un planteamiento inconsciente de la vida.
De esta
manera, todo es mental.
Dejas fijo a
tu consciente para que no de la paliza y el inconsciente a tragar.
Dos
consecuencias se hallan debajo de todo esto.
La primera
es una extraordinaria perdida de sensibilidad, hasta llegar a convertir el sexo
en violento.
La siguiente
es la gestión de aquellos que manejan el cotarro de la infelicidad.
Se deja de
ser feliz, nuestro estado natural para “LUCHAR EN CONTRA DE LA INFELICIDAD”
Fíjate que
tres palabras.
LUCHA
EN CONTRA
INFELICIDAD
Todo esto no
es para criticar esta técnica de meditación.
Es sólo,
como diría Spiderman, para que comprendas que “todo poder, conlleva una
responsabilidad”
Otra de las
funciones que ofrece este sistema de meditación, es el cese del flujo de
pensamientos.
Muchas
veces, en la meditación tradicional es difícil que la cabeza se pare.
Eso es
semejante a que durante un entrenamiento quieras concentrarte durante el
ejercicio.
Una de las
primeras normas de la concentración es que no has de hacer dos cosas a la vez.
O uno u
otra.
Por eso,
esta forma de meditación, nos permite afrontar la segunda con un nivel más
elevado de abstracción.
Unas
aplicaciones de las múltiples posibilidades que posee:
En todas
afectan al nivel de operatividad conjunta mente-cuerpo.
Los bloqueos
afectan a la cooperación consciente e inconsciente.
Al bloqueo
de actuación por subconsciente.
Y a algo que
es muy curioso, la falta de moral o espíritu elevado.
De siempre
en oriente este a sido un gran síntoma a la hora de encarar cualquier empresa.
Para mi,
desde mi experiencia, no sólo en la meditación, sino en el mundo del
entrenamiento, esta es una de las fases claves, que nunca ha sido potenciada y
que determina el éxito en la meditación.
La segunda forma
de meditación.
Es la que
engloba el núcleo central de partida.
Es la fase
crucial, pero no es la única. Necesito de la fase anterior y la posterior.
A esta práctica
la vamos a definir como zazen.
Zen sentado.
La
meditación sedente como principal virtud es la de conferir a tu organismo una
profunda estabilidad.
Y no te
imaginas esto, hasta que punto es importante, determinante en tu vida.
En la
meditación sedente es “la búsqueda de la plomada” en tu ser.
Todo tu ser
se construye en torno a un gran vacío.
Repito y
reitero UN GRAN VACÍO.
Ese gran
vacío es como un cámara de aire.
Una especie
de interior hueco.
Dentro de
ti, existe esa gran habitación, con ese gran pasillo.
Eres como
una inmensa pelota.
El cuerpo de
cada ser se extiende hasta el infinito.
Una gran
pelota hecha a capas.
En el
centro, en el núcleo central, se halla pleno de vacío.
Un vacío,
que por canalizado, no deja de guardar en su interior todas las esencia del
vacío del universo.
Un estado de
vaciedad encierra, como en la pelota, una característica muy importante:
Se deforma.
Cuando
golpeas una pelota, ésta es capaz de deformarse porque su interior esta hueco.
El vacío
interno, sigue siendo vacío, mas allá de cualquier otra circunstancia.
Por eso ese
vacío, se puede deformar, y apalear.
Tiene la
capacidad de absorber todo.
Ese es su
gran poder.
Cuanto más
vacío, más capacidad...
Ese es el
gran secreto de la meditación sedente, encontrar tu cámara interior , que
aunque diminuta, es tan vasta, como el océano.
A eso se le
llama existencia.
A esa
cámara, cuando las paredes no son elásticas, corre el riesgo de agrietarse, de
perder el vacío.
A eso, se le
llama ego.
Cuando, por
el contrario, ese espacio es elástico y sin fisuras, se le llama espíritu.
Meditar es
simplemente meterte en ese espacio.
Pensar es ir
poniendo escusas para no entrar.
Imagínate
que una chica tremendamente presumida, se hubiera comprado el más hermoso
vestido, y, no se lo quitara nunca.
De pronto,
le entra sueño.
Se quiere ir
a dormir.
Pero, al
meterse en la cama, se da cuenta que podría estropear su precioso vestido.
Eso es el
caso del hombre en relación con ese vacío.
Quiere,
desea, añora meditar.
Añora entrar
en esa cámara de vacío.
Añora su
propia paz.
Se ha
convertido en un forastero en su tierra.
Se llama
hombre, pero se ha convertido en un apátrida de si mismo.
Meditación
es la acción de la no-acción, de encontrar la cámara secreta.
Meditar es
encontrar el silencio del alma.
Todo ese
vacío se alimenta de chi.
El chi es la
base de tu alma, de tu espíritu.
Tus sentidos
y tu corazón, según extiendes tu chi, así extiendes tu cuerpo.
Así
descomprimes tu centro.
El chi es el
alimento del vacío. Más concretamente de las paredes que lo albergan.
Pero por
mucho chi que guardes, si no abres la puerta y accedes, sigues siendo la chica
del vestido que no duerme.
Hasta ahora
tenemos algo que esta en el exterior y nos da poder, que es exactamente lo
mismo que tenemos en nuestro interior. Además de una chica con un vestido y que
encima no duerme.
Si afuera es
igual que adentro, si te metes adentro, tú mueres.
Se rompe el
vestido.
Meditar es
una muerte de todo aquello que no es tu propio destino.
Si aceptas
esa muerte, comprendes que jamás morir ha existido.
Sólo es un
tránsito de un sitio a otro sitio.
En todo
proceso la relajación es fundamental.
Relajarse es
no pensar, es conciencia.
Si estas
tenso te bloqueas y entras en un estado de inconsciencia.
Por eso la
primera fase de meditar es irte volviendo consciente en la inconsciencia.
Al final
aprovechas el propio mecanismo del proceso mental para comentar, para recrearte
en tus progresos.
Esta técnica
taoísta se denomina pensamiento estructurado.
El otro
punto que tienes que tener en cuenta es un pequeño puntito que se halla a tres
dedos por debajo del ombligo.
¿Has tocado
alguna vez una flauta?
Toda flauta
tiene un agujero en la pare opuesta al resto.
Si este
agujero no es tapado por el dedo gordo, al soplar, la flauta no suena.
Zazen
consiste en la búsqueda de la plomada perfecta que permite que llegues a tu
cámara central.
Muchos son
los sistemas de encontrar el vacío en tu interior.
De llegar a
tu cámara secreta.
Para mi hay
dos métodos fundamentales.
El primero
es la emisión de la partícula “Jum”
La “J” supone
una breve inspiración.
La “u” es
una pequeña emisión de aire.
La “m” es
una vibración interna. Una vibración semejante a uno de esos enormes tubos que
modo de trompeta se usan en algunas ceremonias religiosas.
Su sonido se
asemeja a un ronco bramido.
Tiene los
matices graves del ronroneo de un gato.
Es una
expresión grave que se vuelca en tu interior.
La j es una
inspiración súbita, como si te atragantaras.
La u es una
afinación del alma a través del corazón, o del corazón a través del alma.
Para
aprender correctamente esta expresión debes aullar durante un buen rato, con
toda la pena por la existencia que en el vientre puedas hacer acopio.
Entonces
lanza un aullido que estremezca tu corazón. Y de forma sostenida, penetre en el
aire.
La m no es hacia
fuera.
Es como el
sonido de una palabra cuando te tapan la boca.
Desde ahí el
sonido se extiende.
Llévalo
hasta que te vacíes.
Este proceso
se llama vacuidad.
Vacuidad es
como llegar al estado de vacío.
Tu cámara
secreta.
Si tu
trabajas con un péndulo, en todas las posiciones altas separadas del cuerpo, se
produce un profundo oscilar.
En esas
zonas nuestro chi es desbordante.
En el
vientre todo desaparece.
La otra
forma de llegar es a través de la oscilación del cuerpo.
Balancéate
lateralmente, de adelante a atrás, en círculos.
Enseguida
notaras que eres un “tente en pie”.
Hay algo que
a ti te lastra abajo.
Además
comprendes que existe una columna vertical.
En el
momento que pierdes la verticalidad, notas como todo tu chi reacciona para mandarte
otra vez al estado de equilibrio.
La conexión.
Ambos
procesos son consecuentes.
El primero
existe, para poder llegar al segundo en silencio.
Porque
vivimos en el mundo que vivimos, tenemos que entrar en nuestro vacío en
silencio, de esta forma.
Si aun
existen voces.
Si aun queda
algún ruido interno. No es este el sitio para callarlo.
El paso de
uno a otro es muy sencillo.
Ahora los
ojos deben estar cerrados, te agradecerán el descanso.
Con los ojos
cerrados desciende la mirada, buscando la mas profunda oscuridad.
Al mismo
tiempo estira la nuca.
La coronilla
estará más alta.
La boca
echada hacia atrás, como si la retiraras al tratar alguien de besarla.
Una vez
encontrado el centro.
Desde el
vacío, abre ligeramente los ojos permaneciendo con la mirada turbia.
Fíjate en un
punto.
Esta todo
perfecto.
Hablando
desde el corazón:
La oración.
Tagore, la
verdadera humildad.
Ya has
llegado.
Estás en
casa.
Vas a hablar
con los que están allí; pero primero te diriges al dueño.
Para este
gran paso es necesario el amor.
En el vacío,
la única fuerza existente es el amor.
Amor, puro
amor.
Puro amor es
cuando para amar ni él es necesario.
Todo ya es
amor, por eso el amor no sucede, porque no deja de suceder.
Dos frases
son las más exactas.
Con ellas
encabezas todas las frases.
Todas
absolutamente todas, sin ninguna exigencia.
Humildad es
eso.
Devoción es
eso.
Desde abajo.
Con dos
palabras surge todo.
“Gracias...
Dame
fuerzas...” para mi humildad.
Si soy yo no
soy.
Tienes que
entender que orar es un florecimiento.
No hay nada
que se pueda comparar con este estado.
El estado de
gracia.
Gracia es
gratitud.
La única y
absoluta clave del aquí y ahora, es la capacidad de dar gracias por lo que se
tiene en ese momento.
Tienes poco
pero tienes todo.
Normalmente
lo que es mucho, lo es porque no es puro.
Es como
comparar el perfume más caro con agua de colonia a granel.
Pues bueno,
en el momento que el “pachuli” da gracias por lo que es, quedan equiparados.
El estado de
gracia es simple gratitud.
Oración es
cada expresión de aquí y ahora.
La oración
es una lagrima que acertada, no equivocada como las demás, asciende hacia
arriba.
Oración es
la flor perfecta.
Es la luz,
allí donde antes solo había superstición.
Orar es
flor, mas en olor que en pasión.
Orar es un
testimonio que no da la razón.
Pero ahora,
más que seguir el testimonio de quien ha llegado vamos a tener en consideración
aquellos factores mas próximos.
Pero antes
hacerte recordar que la oración es el fruto de la quietud y el silencio que se
produce al meditar.
Eso es lo más
consecuente que tenemos que entender.
La oración
cumple un perfecto y rigurosísimo criterio de selección.
Solamente
admite a quien la permite.
La oración
es la comunicación con el todo.
Dios sólo
entra si tú no estás.
No es que
dios te tenga manía, es que no hay tanto espacio.
Por tanto,
aquel que lo permite se llena.
“Tu
representas su universo.
El universo
de la opresión, el mundo del blanco.
Tu universo
es poderoso. Pero en la pobreza, en la injusticia he encontrado un dios capaz
de luchar.
No importa
quien yo sea, ahora soy ese dios, y es ese dios el que va a luchar contra tu
universo”
Cassius
Marcelus Clay.
Ese es un
ejemplo de cómo la oración forma parte del deporte cuando el deporte forma
parte de la vida.
Un muchacho,
joven y delgado a la par.
De esos
delgados, que cuando hablas de el tienes que usarlo en diminutivo: “delgadito”.
El pelo
rizado, como mal cortado.
Enmarañado.
Un vestuario
de un campo de golf en los días de frio, es un sitio con muy poco glamour
debido a este frio.
Un frio que
tiene que ser suavizado en la intemperie con una serie de pijamas debajo de la
ropa, no demasiado densa, para permitir el swing que golpea a la bola.
Así, es un ser
ordinario, vulgar, cercano a lo chiquitajo.
Pero
permitía.
Y cuando
permitía, todo el ángel puro del toreo descendía y habitaba cada célula de su
ser, irradiando luz.
Un torero
con el ángel ascendía, José Tomas, llevaba por nombre.
Es como si
ese dios descendente, ese ángel provenga como un avatar a la puerta que se le
abre.
Tu interior
es el todo del todo.
Entra a aquél
al quien le abres la puerta.
A aquél que
tiene la entrada permitida.
La mano está
unida al cerebro.
Tus manos
expresan en un juego, tu conexión con lo que es interno.
Así, un
simple yo-yo se convierte en un salto a la meditación desde el pensamiento.
Si usas tu
mano derecha y de pronto comienzas con la izquierda, no tienes que aprender de
nuevo.
Deja que tu
destreza se exprese.
No partes
desde cero.
Sólo es
necesario un reconocimiento y que la información venga por aquello que se
genera en tu interior en vez de aquellos fallos que realizas con tu mano no
diestra.
Un día
jugaste al golf.
No trates de
aprender.
Solo reconocer
aquello que tu mano derecha hizo.
Por eso te
digo que dejes de busca y comiences a encontrar.
Hasta la
segunda forma de meditar, todo es tan físico y tangible como lógico.
Entiéndelo.
Yo te he
llevado hasta el borde.
El salto, la
fe, la oración, dios, dependen sólo de tu elección.
Si aceptas
perfecto.
Si no
aceptas, también perfecto.
Dios es como
jugar al golf.
Tú decides
si coges el palo o no, pero el swing va dentro.
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