El exterminio del bestialismo que mata, no ya a los humanos, sino a su flor más elevada, la religión y la espiritualidad.
Desde que el Tibet desaparece y es consentido, en cada alma llevamos una herida por donde nuestro corazón sangra.
La omnisciencia existe.
Existe, siempre y cuando entendamos que no estamos hablando de una aventura de superman sino de algo que tiene unas bases de coherencia.
Una de las ideas más importantes en oriente es que cada palabra guarda una comunicación, conexión, con aquello que le da origen.
Esto es muy importante.
Hay ididomas que son muy cercanos a ese mundo sutil de significados.
Lo mismo que el francés tiene un ritmo para el amor o el inglés es el idioma de los negocios, el sánscrito es el idioma que más roza, en cercania, ese nivel espiritual de las palabras y su conexión, con su significado.
Asi, cada palabra toca la raiz igual que la flor toca el aire, lo impregna de su aroma y ese aire sabe a ella.
En el Tibet se piensa que las palabras se conectan con pensamientos, y estos pensamientos cabalgan a lomos del viento.
Esto no parece muy descabellado, si analizas la frase "que mal ambiente se respira aquí".
En las colinas mas elevadas del Tibet, se clavan estacas en las cumbres donde un montón de tiras de colores, son agitadas al viento.
Todas ellas llevan el mantra de la compasion del Bodhisattva Avalokiteshvara, y ellos suponen que este pensamiento se convierte en caballos del viento.
#cambiarelmundoescambiarlaformadeverelmundo.
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