Padre.
Mi alma es suya.
La llamo Pequeñaja.
Padre, cuando esta cerca todo el tiempo es para.
Padre, su alma es pura como el amanecer.
Su carita es una porcelana.
Y su corazón sonríe en su rostro cuando me mira.
Padre y no puede dejarme de querer.
Y al descubrirlo mi ser mi corazón se estremece.
Padre. Deja que tu luz nos lleve a la vida que ella escribe con su cuerpo al caminar por la estancia que nos envuelve.
Pequeñaja, mujer y diosa.
Padre haz que el placer se le vuelva la luz de su misterios infinito.
Ese que para comprenderlo tendré que amarla y hazme que jamás lo llegue a entender para no descender en el empeño de su éxtasis, consciencia y placer.
Cambiar el mundo es cambiar la forma de ver el mundo.
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