Amar en libertad es amar en libertad de mi.
No dejar que un pensamiento o una emoción e incluso un sentimiento enturbie mi espiritu desde mi alma o mi cuerpo.
La primera libertad es no tener anhelo ni esperanza.
Amar pero no ser 'un quiero' y, no siendo en mi, por amor en amor, no me pertenezco.
Una primera libertad es muy básica pero difícil de no querer manchar a quien amas de tu necesidad.
Es un Cyrano que preconiza en el albor de su fin...
'No te amo, mi amor'
Yo no te amo es amor en lo que antes era de mi.
No existe ese yo.
La segunda libertad es de pensamiento.
Es no querer manchar su mente con requiebros ni siquiera con palabras atrayentes que distorsionen el hecho consciente del acto puro de amamiento por palabras inferiores que, aunque bellas, condicionen com sensaciones aquello que es pura inocencia.
Pura inocencia es cuando a cada momento es un nacimiento, un alumbramiento, un descubrimiento.
La última libertad es aquella que no me pertenece ni yo a ella.
La última libertad es sobre la muerte y su conciencia de ser polvo, más polvo consciente.
Ese polvo consciente es tanto como sugerir que cada átomo de aquello qué fue un yo en otra historia o contienda, lleva la semilla de ese amor en la ensenya del alma y la conciencia.
El lazo que me liga a la existencia, al cosmos, a mis creencias es esto que te cuento y en ello ahora entiendo por ser eterno, no sólo una palabra o un gesto, sino este silencioso lazo más allá de mundos y universos que de rodillas ante ti planto en agradecimiento por descubrir que aunque muero, no puedo morir; en amor en mi, ante ti.
...no le busques sentido, no lo tiene.
miguel mochales, maestro zen.
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