La vida es una anestesia para no dejar de llorar. Lloras por todo, y más que por todo, por nada.
Si esta tarde no has gritado, si esta tarde estás en un espacio no concurrido. Te ruego hagas lo siguiente:
Abraza una farola como si fuera la pata de un elefante. Cuando estés muy abrazado a ella empieza a cantar algo de ópera. Posteriormente sonríe y en definitiva empieza a recitar las estrofas de la última poesía que aprendiste por alguien.
La poesía debe volver a vivir. Pero no viva muy lejos a no ser que quieras parecer idiota para acercarte más a todos los que hacen Traiding en cualquier ordenador vetado a las grandes historias de amor.
Si aún así no conoces el sabor de los calamares de la plaza mayor.
Si no reconoces el olor de dicha fritura es muy interesante que vuelvas a ser macrobiótico.
Y no te preocupes que yo me los como por ti. Aunque no sean Navidades.
La soledad es el terrorismo de la angustia para que conozcas a alguien.
Alguien es todo aquel que no siendo tu deja de ser un ello desconocido.
Desconocido es quien se acerca ti para ser conocido y si no le haces caso seguirá siéndolo. Porque desconocido solo algo que te afecta a ti.
Lo que te es desconocido solo te afecta a ti, quizás alguien lo conozca o, el se conozca a sí mismo,
pero no es probable. Solo existe la soledad.
La soledad que desconozco y además critica todo lo que la rodea.
...No le busques sentido, no lo tiene, o no. Miguel Mochales, maestro zen.
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