La vida no es una luna herida en miles de tramas que no me atrapo.
Ahora sueño en ti la paradoja del universo.
Las lágrimas de un duende caen alrededor del silencio de un niño que mira amanecer.
La vida es la herida de un periodo de tiempo secuestrado al universo.
Querer que soñar paraísos en abismos lacerantes de ternura.
Volver a ser un poeta es solamente el recuerdo de lo que no fui.
Te pido que te acerques para rozarte, mi mano en tu rostro es más bonita. Y así te besaré.
No llores alma que me enredo.
Atardecer y no sé dónde es. Para que seguir buscando un paraíso que se llaman tus labios.
Ese de lo que me señala trata de llegar a mi y entonces lágrimas eternas caen como osculos al universo partidos.
Dame el beneficio de la duda, que sea muy ínfima la fortuna de este ser que no alcanza a comprender que todo lo que anhela y aúna es en ti mi placer.
Que nada cambia.
Nada es nada.
Nada de nada por nada.
Nada cambia te amo en este minuto y en este instante.
Ahíto de sorpresas junto a tu ser aclamo: mi vida, mi ternura, mi fe.
...No le busques sentido, no lo tiene, o no. Miguel mochales, maestro zen.
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