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Miguel Mochales

Miguel Mochales

domingo, 3 de junio de 2018

Hurto

Me robaron 300 días.

300 días de cada año.  Y fue así por no aprender a sonreír. El camino ya no bajaba por la cuesta que iba a tu casa, y se alejó tanto que aquella paradoja del arte caminar conmigo recorriendo paisajes infinitos en nuestros lunes al sol se convirtió en el recuerdo de lo que un día llamaremos amor.

Ahora quiero que te extiendas que te extiendas para darme la mano, la mano en mi mano. Ves como mis dedos te buscan.

Por eso no estoy en paz, ya no sé ni cómo estoy, pero si donde estoy y es ahí, junto a ti.

 Vamos a volar por un abismo que te digo vuelve a soñar. Sueña como un niño sueño la ternura, como si durmieras en la cama de Catalina la grande. Allí deberías dormir. Dormir para soñar como una grande, como una Grande que ama. Que ama el amor. Que amas sin amor. Que adora a mando. Que amando perdona.

Y sin nada de esto sirviera si tú no estás, adonde iría la cigüeña por San Blas cuando vieras llegar sino Y sin nada de esto sirviera si tú no estás, adonde iría la cigüeña por San Blas cuando vieras llegar sin un niño en el pico.

 Ahora caminamos para atrás, y lo haces para correr más pero no has mirado si detrás el suelo se acaba crees que te vas a caer. Hoy no has mirado atrás, no miras atrás porque no te apetece, simplemente te aburre.

Por eso quiero que vengas a jugar. Recorrer hasta el paraíso todo el camino en un determinado y exquisito suspiro de libertad donde el aire se ha retenido como un anhelo contenido de ensueños entretenidos entre tantos abrazos perdidos sin encontrar.

...no le busques sentido no lo tiene o no. Miguel Mochales maestro zen.

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