# **La Claridad del que Nada Tiene: Un Viaje Ontológico, Filosófico y Teológico hacia la Nada que es Todo**
> *Era tan pequeño que no le cabía la menor duda.*
Y ahí, justo ahí, empieza la paradoja de la lucidez. No en la acumulación de datos, no en el vértigo de la erudición, sino en la carencia absoluta de certidumbre.
Porque si la duda es la grieta por la que entra la luz —como insinuaba Leonard Cohen—, el que no tiene dudas es luz en sí mismo. Pero no esa luz arrogante del que cree saberlo todo, sino la incandescencia del que ha renunciado a saber algo.
El pobre mentalmente, el ignorante voluntario o involuntario, el niño que no puede albergar la menor duda, no está atrapado en el laberinto de las preguntas, sino que camina en línea recta sobre la incertidumbre, sin necesidad de desentrañarla.
## **I. Ontología de la Nada: El Vacío como Plenitud**
Desde Parménides hasta Heidegger, la filosofía ha intentado definir el ser. ¿Pero qué es el ser sin el no-ser? Ahí radica el primer giro ontológico: el pobre mentalmente no se hace esa pregunta. Y al no hacérsela, no queda atrapado en la telaraña de la existencia.
El que no se pregunta "quién soy" no se angustia por encontrar la respuesta. Vive en la tautología perfecta del "soy porque soy", sin el peso de la metafísica.
Es la misma ontología del místico: no busca, no se preocupa por definir, simplemente es. Un pobre mentalmente es un maestro zen sin saberlo, un Buda que no ha leído a Buda, un Wittgenstein que ha renunciado a jugar el juego del lenguaje antes de aprender sus reglas.
Porque el que no duda, no busca. Y el que no busca, ya ha encontrado.
## **II. Filosofía del Sinsentido: El Sabio que Sabe que No Sabe Nada**
> *Desde ahí, el sabio solo sabe que no sabe nada. Porque el que sabe que solo sabe que no sabe nada es el único que alcanza el todo.*
Esa es la disrupción absoluta. Porque en el mundo de la sobreinformación, del conocimiento hipertrofiado, del "dataísmo" que reduce la existencia a algoritmos, el único que tiene claridad es el que no necesita claridad.
Sócrates ya lo había insinuado, pero la modernidad lo ha olvidado: el saber es un obstáculo para el conocimiento real. El filósofo que se ahoga en tratados, en categorías, en sistemas, es un prisionero del saber.
Mientras tanto, el que no tiene respuestas porque ni siquiera tiene preguntas es un ser libre. No se somete a la angustia de la duda porque la duda jamás ha llegado a tocarlo.
Es el loco de Dostoievski que, en su demencia, comprende mejor la vida que los cuerdos. Es el santo de Kierkegaard que, en su salto de fe, atraviesa la lógica y llega a Dios.
El pobre mentalmente es un sabio involuntario. Su mente, despojada de certezas, flota ligera sobre el caos. Y ahí, en la ligereza, está la verdad.
## **III. Teología del Despojo: La Fe sin Dogmas**
Aquí la paradoja se vuelve divina. ¿Quién es más creyente: el teólogo que disecciona la fe o el analfabeto que la vive sin cuestionarla?
El pobre mentalmente no razona la fe. No la explica ni la debate. No la defiende porque ni siquiera siente la necesidad de hacerlo.
Para él, Dios no es un concepto. Es un hecho. Un absoluto que no requiere demostración porque está inscrito en el aire, en el pan, en el sol.
Es la fe de los místicos, de los monjes del desierto, de los campesinos que nunca han leído a Santo Tomás pero que entienden a Dios mejor que cualquier doctor en teología.
En su pobreza mental, hay una riqueza espiritual. Porque no necesita pruebas. No necesita lógica. Solo necesita ser.
Y el que solo necesita ser, ya lo tiene todo.
## **Conclusión: La Sabiduría del que no Sabe**
Vivimos en la era de la hipertrofia del conocimiento. Lo sabemos todo, pero entendemos poco. Acumulamos datos, pero perdemos claridad.
Mientras tanto, el que no tiene dudas porque nunca las tuvo, el que no sabe porque nunca necesitó saber, es el único que realmente lo ve todo con claridad.
Porque cuando te despojas de todo lo innecesario —del ego intelectual, de la vanidad de la sabiduría, del peso de las preguntas—, solo queda la esencia.
Y la esencia es lo único que realmente importa. DC
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