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Miguel Mochales

Miguel Mochales

viernes, 28 de febrero de 2025

NPC 22

 

Creer es Poder: La Guerra Contra la Mediocridad

Vivimos tiempos de idiotas. No hay más. Una era donde la mediocridad se disfraza de sabiduría y donde los tontos se agrupan, creyendo que la cantidad reemplaza la calidad. Se engañan pensando que creer es un acto de debilidad, cuando en realidad es la mayor expresión de poder que existe. Pero aquí va la verdad que pocos se atreven a decir: no se trata solo de creer. Se trata de entrenar primero.

Porque sin entrenamiento no hay poder, sin poder no hay verdadero querer, y sin ese querer, la consecución es un espejismo.

El Gran Engaño de las Creencias Vacías

Nos han vendido la idea de que basta con "tener fe" o "visualizar" lo que queremos para que el universo nos lo conceda. Esa es la mentira más grande que se ha infiltrado en la mente de los débiles. Creer sin poder es el pasatiempo de los ilusos. El verdadero camino es al revés: primero se alcanza el poder, y luego, la creencia se vuelve inquebrantable.

No importa cuántos libros de autoayuda leas ni cuántos cursos motivacionales tomes. Si no entrenas, si no fortaleces tu estructura neurocelular, no tienes nada. Solo los tontos a las tres piensan que pueden obtener algo sin pagar el precio del esfuerzo real.

Poder Primero, Creer Después

Aquí radica la gran verdad que los débiles no quieren aceptar: el poder precede a la creencia. Solo cuando has entrenado tu mente y tu cuerpo hasta el límite, cuando has forjado disciplina y voluntad, puedes permitirte creer con fundamento. No al revés.

Los neurodementes de hoy te venden la idea de que “si lo deseas con el corazón, se hará realidad”. Tonterías. Primero se entrena, luego se cree. Porque el poder transforma la creencia en certeza. Y la certeza mueve montañas.

La Fórmula de la Consecuencia

Toda creencia que no se base en estadios de poder es solo el delirio de un idiota con seguidores aún más idiotas. En cambio, cuando te forjas a través del entrenamiento neurocelular, sigues un proceso lógico e inapelable:

  1. Primero, el poder. No hay excusas. Si no entrenas, no existes. Si no fortaleces tu estructura neurocelular, no eres nada.
  2. Luego, el querer real. Porque el querer sin poder es una farsa. Cuando tienes poder, el querer surge de manera natural, inquebrantable.
  3. Por último, la consecución. Y aquí es donde se separan los fuertes de los débiles. Porque conseguir no es agregar, sino quitar lo que sobra. Desprenderse de lo inútil, desechar la paja mental y quedarse solo con lo que realmente importa.

Este es el camino que pocos entienden y menos aún se atreven a recorrer.

Rompiendo la Cadena de Idiotas

Vivimos en una sociedad que premia la mediocridad. Un mundo donde los débiles se agrupan para convencerse de que su miseria tiene sentido. Son estos los que rechazan la disciplina, el esfuerzo y el sacrificio. Son los mismos que te dirán que creer en ti mismo es suficiente.

Pero aquí está la realidad: solo el que no tiene creencia se limita antes. No porque la creencia en sí sea el poder, sino porque quien no entrena nunca podrá creer de verdad.

La masa de idiotas seguirá repitiendo sus mantras vacíos, alimentándose de ilusiones y esperando que la vida les regale lo que no se han ganado. Pero no nosotros. Nosotros entrenamos, nosotros nos forjamos, nosotros nos convertimos en poder.

Y cuando el poder es real, la creencia se vuelve indestructible.

Así es. No más.

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