Ritsu Zen: Primera Base de la Consciencia
Un Ensayo Filosófico sobre el Subconsciente
La práctica de Ritsu Zen, o "Zen de pie", es más que una simple postura meditativa. Es una puerta hacia la exploración de la consciencia y el subconsciente, una forma de anclarse en el presente mientras se permite que las capas más profundas de la mente emerjan. En este ensayo, exploraremos la relación entre Ritsu Zen y la estructura del subconsciente, entendiendo cómo esta práctica puede ser la primera base para desentrañar los mecanismos ocultos de nuestra psique.
1. La Consciencia como Superficie del Ser
En las tradiciones filosóficas y psicológicas, la consciencia ha sido entendida como la parte visible de un iceberg, donde la mayor parte de la mente permanece sumergida en el subconsciente. La consciencia opera en el nivel de la percepción inmediata, filtrando información y generando pensamientos estructurados. Sin embargo, nuestra verdadera naturaleza se encuentra en un nivel más profundo, donde residen impulsos, memorias y condicionamientos.
Ritsu Zen nos enfrenta directamente con esta dualidad. Al permanecer de pie, inmóviles pero atentos, nos situamos en el umbral entre la percepción consciente y el flujo inconsciente de la mente. Este estado de equilibrio no es solo físico, sino también mental: una estabilidad que nos permite acceder a lo que normalmente permanece oculto.
2. El Subconsciente: Terreno de lo No-Manifiesto
El subconsciente no es un simple depósito de recuerdos reprimidos, como lo planteaba Freud, sino también un espacio dinámico donde las imágenes, emociones y patrones de pensamiento interactúan constantemente. En la filosofía Zen, se considera que la mente condicionada es una barrera para la experiencia directa de la realidad. A través de la práctica de Ritsu Zen, esta barrera comienza a disolverse.
La inmovilidad física de Ritsu Zen nos fuerza a presenciar el movimiento interno. Al principio, emergen tensiones y pensamientos dispersos, pero con el tiempo, la mente se aquieta y el subconsciente se revela en formas más sutiles:
- Sensaciones corporales que antes pasaban desapercibidas.
- Recuerdos o emociones reprimidas que emergen sin aviso.
- Un flujo de intuiciones que parecen provenir de una fuente más profunda.
Aquí es donde Ritsu Zen se convierte en una herramienta filosófica y psicológica, pues permite experimentar el subconsciente sin intervención, sin análisis, simplemente observándolo en su estado puro.
3. La Integración del Subconsciente en la Consciencia
La filosofía oriental sugiere que el problema del ser humano no es el subconsciente en sí, sino la falta de integración con la consciencia. En la tradición del Zen, el despertar no se alcanza suprimiendo los pensamientos o los impulsos, sino viéndolos con claridad, sin identificación.
Ritsu Zen nos invita a asumir una postura en la que no huimos de lo que surge dentro de nosotros. De pie, con los pies firmemente arraigados en la tierra y la cabeza conectada con el cielo, nos convertimos en un puente entre la consciencia y el subconsciente. No tratamos de dominar la mente, sino de habitarla plenamente.
Esta integración no es un acto de fuerza, sino de aceptación. En el estado de quietud, el subconsciente deja de ser una amenaza o un enigma y se convierte en parte de nuestra percepción ampliada. Como decía Dōgen, maestro Zen del siglo XIII:
El verdadero Zen es sentarse y olvidar el ego.
En Ritsu Zen, podríamos reformular esta idea como: "El verdadero Zen es estar de pie y permitir que el subconsciente se revele."
Conclusión: El Cuerpo como Puerta al Ser
Ritsu Zen no es solo una práctica física; es una metáfora de la existencia misma. Nos enseña que la primera base de la consciencia no está en los conceptos ni en las ideas, sino en el cuerpo y su relación con el espacio. Al enraizarnos en la postura, nos enraizamos en nosotros mismos.
Desde esta estabilidad, podemos mirar el subconsciente sin miedo ni juicio, permitiendo que sus contenidos se integren naturalmente en nuestra experiencia consciente. No se trata de controlarlo ni de interpretarlo, sino de observarlo con ecuanimidad, como una nube que pasa por el cielo.
La filosofía del Zen nos recuerda que la verdad no está en los pensamientos, sino en la experiencia directa. Y en el simple acto de estar de pie, en quietud, podemos encontrar el camino hacia la totalidad de nuestro ser. DC
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