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Miguel Mochales

Miguel Mochales

martes, 4 de febrero de 2025

Trabaja tu alma

 El alma no es un derecho. Es un trabajo. 


ALMA S.A.: EL NEGOCIO DE SER 


I. EL MITO DEL ALMA PROPIA  


Durante siglos nos han vendido la gran falacia de que el alma es un derecho, algo inherente a la existencia. Que nacemos con ella como quien recibe un certificado de autenticidad cósmica. Pero en el mundo real, en la maquinaria que mueve esta sociedad, el alma no es un regalo divino: es una industria.  


Aquí nadie trae el alma puesta al nacer. El alma no es un atributo, es un trabajo. Se construye, se paga, se negocia. Y si no la produces, simplemente no existes.  


Lo que llamamos "ser" es solo una deuda emocional y existencial que se acumula con los años. Y en esta economía del espíritu, solo hay dos tipos de personas: los que fabrican su alma y los que la compran.  


II. LA INDUSTRIA DE LA CONCIENCIA  


Desde que abrimos los ojos, somos empujados a una línea de ensamblaje invisible. Educación, cultura, redes sociales, espiritualidad corporativa—todo está diseñado para hacernos trabajar en la construcción de una identidad aceptable dentro del sistema.  


Para facilitar el proceso, la sociedad ha diseñado una burocracia del alma. Cada individuo recibe una serie de créditos ontológicos según su entorno:  

- Clase baja: Se te asigna un alma basada en el sacrificio, la resistencia y la obediencia.  

- Clase media:Tu alma se mide en productividad, ética de trabajo y ambición moderada.  

- Clase alta: El alma premium incluye acceso exclusivo a filosofía existencial, experiencias trascendentales y libertad de especulación espiritual.  


Pero este mercado no es estático. No basta con fabricar un alma: hay que sostenerla y mejorarla constantemente. En cualquier momento puede devaluarse si no sigues invirtiendo en experiencias, aprendizajes o certificaciones emocionales.  


Las corporaciones han entendido esto a la perfección. Por eso han desarrollado todo un ecosistema de soluciones para la fabricación y mantenimiento de almas. Desde programas de crecimiento personal hasta aplicaciones de mindfulness con suscripción mensual, la promesa es clara: si pagas, sentirás que existes.  


III. LA COMPRA Y VENTA DE IDENTIDADES  


Pero los verdaderos jugadores del sistema no trabajan en la construcción del alma, sino en su comercio. Si fabricar un alma requiere tiempo, esfuerzo y sufrimiento, ¿por qué no simplemente comprar una?  


Así nació el mercado de almas. En la actualidad, puedes adquirir personalidad, propósito y espiritualidad sin necesidad de pasar por la crisis existencial correspondiente. ¿Quieres ser un intelectual de café? Un par de libros estratégicamente fotografiados en Instagram y listo. ¿Prefieres la autenticidad del minimalismo zen? Hay retiros espirituales en Bali que te certifican en iluminación por solo 5,000 dólares.  


Los más astutos han llevado esto a otro nivel con el trading de almas. En lugar de construir una identidad desde cero, invierten en las almas de otros. Financian talentos emergentes, compran experiencias emocionales de terceros y venden versiones mejoradas de sí mismos en el mercado de la validación digital.  


Porque en esta economía del ser, lo importante no es quién eres, sino cuánto vale lo que aparentas ser.  


IV. LA BURBUJA ESPIRITUAL Y EL FRAUDE DEL SER  


Como en todo mercado, ha habido crisis. Burbuja tras burbuja de autodescubrimiento, reinvención y autenticidad prefabricada.  


El sistema ha producido demasiadas almas sin sustancia. Demasiadas personalidades prefabricadas, demasiados influencers de la conciencia, demasiadas identidades de plástico vendidas como iluminaciones genuinas. Y como cualquier activo sobrevalorado, llega el momento de la devaluación.  


El fraude del ser ha colapsado el mercado. ¿Cómo confiar en un alma cuando todo el mundo cambia de identidad cada semana? Hoy eres estoico, mañana hedonista, pasado víctima del sistema y el viernes coach de vida. La coherencia ha muerto y la identidad es un bien desechable.  


La única certeza es que el negocio del alma seguirá evolucionando. Siempre habrá nuevas formas de vender el ser, de empaquetar la existencia y de capitalizar el vacío.  


Porque en el fondo, nadie quiere un alma por lo que es. La quieren por lo que vale. DC

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