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Miguel Mochales

Miguel Mochales

lunes, 3 de febrero de 2025

Libertad de la consciencia

 Libertad es la capacidad de no tener que elegir, es profundamente disruptiva porque subvierte la noción clásica de la libertad como autonomía de elección. Plantea una paradoja: en lugar de entender la libertad como la posibilidad de elegir entre múltiples opciones, la redefine como un estado en el que la elección no es necesaria. Esta idea tiene implicaciones metafísicas, ontológicas y éticas de gran calado.


1. Metafísica de la libertad: la paradoja de la elección

La tradición filosófica occidental ha vinculado la libertad con el libre albedrío: la capacidad de un agente para tomar decisiones sin estar determinado por causas externas. Sin embargo, tu planteamiento insinúa que la verdadera libertad no consiste en elegir, sino en trascender la necesidad de elegir.


Esto podría interpretarse de dos maneras opuestas:

-Libertad como plenitud ontológica: Si no necesitas elegir, es porque ya lo tienes todo. Es el ideal de la autosuficiencia absoluta, donde todas las opciones son irrelevantes porque ya se posee aquello que se buscaría mediante la elección. Se relaciona con el concepto de Dios en la teología clásica: un ser supremo es libre no porque elija, sino porque ya es su propia fuente de plenitud.

- Libertad como determinismo absoluto: Si no tienes que elegir, podría ser porque no tienes opciones, lo cual es una forma de determinismo. En este sentido, la "libertad" se confundiría con la ausencia de conflicto, lo que podría llevar a una forma de estoicismo extremo o incluso de nihilismo.




2. Ontología de la libertad: el ser y la elección

Desde una perspectiva existencialista, la libertad se entiende como el peso insoportable de la elección (Sartre). La angustia existencial surge precisamente porque debemos elegir y porque cada elección excluye otras posibilidades. En este sentido, tu afirmación parece negar la estructura fundamental de la existencia humana: el hecho de que estamos condenados a elegir.


Sin embargo, si se entiende la libertad como la ausencia de elección, esto nos llevaría a dos posibilidades ontológicas:

1. Superación del dualismo sujeto-objeto: La elección surge cuando hay una separación entre el sujeto que elige y el mundo como objeto de elección. Si no hay necesidad de elegir, es porque esta separación se ha superado. Esto recuerda la noción de "no-dualidad" en el Advaita Vedanta y en ciertas formas del budismo zen, donde la libertad es el reconocimiento de que el yo individual es una ilusión y todo es una única realidad.

2. Determinismo absoluto o aceptación radical: Si todo está dado, no hay elección posible. Esto podría llevar a una forma de aceptación absoluta del destino, similar a la amor fati de Nietzsche o al Wu Wei del taoísmo.




3. Ética de la libertad: responsabilidad y deseo

Si la libertad es la capacidad de no tener que elegir, ¿qué ocurre con la responsabilidad? En la ética kantiana, la autonomía moral surge precisamente porque podemos elegir entre el deber y la inclinación. Si eliminamos la elección, ¿seguimos siendo responsables de nuestros actos?


Aquí aparecen dos interpretaciones:

- La máxima virtud es no desear: En la ética budista, el sufrimiento surge del deseo y la libertad absoluta se alcanza cuando no hay deseo ni apego. Si no hay deseo, no hay elección que hacer.

- La máxima virtud es la acción espontánea: En la filosofía taoísta, la verdadera sabiduría consiste en actuar sin esfuerzo, sin cálculo ni deliberación. Es el ideal del sabio que no necesita elegir porque su acción fluye en armonía con el Tao.




4. Política y sociedad: la libertad en el mundo real**

Si aplicamos esta idea a la política, surgen cuestiones inquietantes. La democracia se basa en la capacidad de elegir gobernantes, leyes y modelos de sociedad. Si la verdadera libertad es no elegir, ¿implica esto que la mejor sociedad es aquella en la que no es necesario elegir porque todo está armoniosamente organizado? Esto puede derivar en dos extremos:

1. El ideal utópico de la sociedad perfecta**: Un sistema en el que no se necesita elegir porque todo está dado de manera justa y equitativa. Platón imaginaba algo así en su "República", con filósofos-reyes que toman decisiones por el bien común.

2. El totalitarismo disfrazado de armonía**: Si la libertad es no tener que elegir, esto podría justificar sistemas autoritarios que "liberan" a la gente de la carga de la elección, asegurándoles estabilidad y bienestar a costa de su autonomía.


5. Conclusión: ¿un ideal divino o un riesgo de servidumbre?**

Tu frase puede ser leída como un ideal de trascendencia o como una forma sutil de determinismo:

- En un sentido místico, la libertad es la ausencia de necesidad, la plenitud que hace irrelevante la elección.

- En un sentido fatalista, la ausencia de elección es simplemente la negación de la autonomía.


La gran pregunta es: ¿No tener que elegir significa haberlo trascendido todo, o haberlo perdido todo? Ahí radica la verdadera disrupción de tu idea. DC

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