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Miguel Mochales

Miguel Mochales

domingo, 15 de abril de 2012

El jardín del profeta ue

Se abre el cielo entre nubes y la estancia dulce del verso.

La musica suave de atardecer.

Aroma de abril.

Mujer hermosa, morena en plenitud.

Su cuerpo es el recuerdo del camino sufí.

Un mundo que gira y danza en torno a su sonrisa.

Hay rumores de desierto.

Instantes de cosnciencia.

ALLI la POESIA de la mística sufí del cuerpo de mujer herido de amor en el sin fin continuo del atardecer mágico del jardín.

El jardín es un Pardes.

El paraíso del profeta, donde ALLI el amor hendido de arte de pasado se acompasa con la tarde.

Al fondo de la mirada las montañas se ven claras.

Se ven hendiduras que dan sombra por el instante de penumbra del sol sesgado que las alumbra.

El profeta termina su MEDITACION.

Su cuerpo exuda la PASION que en la noche no fue.

La PASION iniciada en el brahmacharya.

Su amada aun tiembla en el lecho

En el lecho aun cuando la tarde se rompe en un abismo de olores de Naranjo y azahar.

La vida se rompe pero la PASION irrumpe en la tierra canalizada por ella en una estrategia de dios por mostrarse infinito.

Su cuerpo, delgado y elegante aun, juega, entrerizado con las sabanas como sortijas del vislumbre de lo divino.

Lo humano sucede fuera.

Mas abajo de donde las ramas de las palmeras se mueven por un aire que sorprende.

El escribe.

Ella describe.

Describe el universo en su cabellera rubia que se abre a una caricia suave suya.

La sigue besando los labios con poemas que narran su compromiso con lo infinito.

Dios duerme en ese instante entre sus manos

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