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Miguel Mochales

Miguel Mochales

lunes, 20 de enero de 2025

Perdón y tiempo.

 ### El Arte de Perdonar: Tiempo, Pensamiento y Liberación


El enunciado “Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” evoca una enseñanza profundamente mística y filosófica que trasciende su contexto religioso original. Al reinterpretarlo a la luz de un lenguaje simbólico, se desvela un mapa espiritual hacia la comprensión del pensamiento, el tiempo y el poder liberador del perdón. Cada palabra, cada concepto, encierra en su interior un misterio que merece ser desmenuzado.


#### **El pensamiento como deuda**


La idea de que *cada pensamiento es una deuda* nos enfrenta a una metáfora reveladora. El pensamiento no es neutro: exige atención, energía, y a menudo, un peso emocional. Cuando un pensamiento surge en nuestra mente, reclama un lugar en nuestra conciencia. Se convierte en una especie de compromiso, una deuda que debemos honrar o liberar. 


¿Pero qué es esta deuda? Es el precio de estar vivos y conscientes, el tributo que pagamos al ser capaces de reflexionar. Sin embargo, cuando los pensamientos se estancan, cuando nos aferramos a ellos o permitimos que nos gobiernen, se transforman en deudas impagables. Los pensamientos sin resolución generan carga emocional y mental, como cuentas abiertas que no logramos saldar. Nos encadenan a sus exigencias y demandas, perpetuando ciclos de sufrimiento e insatisfacción.


#### **El perdón como arte de dar tiempo**


El acto de perdonar, en este contexto, se redefine como el arte de dar tiempo al pensamiento. Esto significa aprender a no reaccionar de inmediato ante la energía de los pensamientos, sean propios o ajenos. Un pensamiento apresurado es como una chispa sin control que puede incendiar nuestra paz interior; en cambio, un pensamiento al que se le otorga tiempo adquiere claridad, profundidad y perspectiva.


Aquí emerge un principio alquímico: el tiempo es el gran transformador. Cuando damos tiempo a un pensamiento, lo despojamos de su urgencia y le permitimos madurar. En lugar de dejarnos dominar por las emociones inmediatas que genera, observamos cómo se desenvuelve en el horizonte de nuestra conciencia. Esto aplica no solo a nuestros pensamientos, sino también a los que percibimos en los demás. Cuando otorgamos tiempo a las palabras, acciones e intenciones ajenas, renunciamos al juicio precipitado y al resentimiento. El perdón se convierte, entonces, en una práctica de profunda compasión hacia uno mismo y hacia el otro.


#### **Un pensamiento sin tiempo no tiene poder**


La afirmación de que un pensamiento sin tiempo carece de poder es radical y profundamente liberadora. En nuestra experiencia diaria, los pensamientos tienden a tomar control cuando los tratamos como absolutos, cuando creemos que son definitivos o urgentes. Sin embargo, cuando los colocamos en el contexto del tiempo, su influencia se diluye. La emoción que parecía incontrolable se transforma en una percepción pasajera; la idea que parecía esencial se revela como transitoria.


Este principio nos invita a cuestionar la tiranía de la mente reactiva. La mayoría de nuestras ansiedades y conflictos internos surgen de pensamientos que no hemos aprendido a observar con calma. Al concederles tiempo, desenmascaramos su naturaleza efímera y, con ello, recuperamos nuestro poder personal.


#### **El perdón como un acto de liberación**


Perdonar, entendido como el arte de dar tiempo, es un acto de liberación que opera en múltiples niveles. Por un lado, nos libera de la tiranía de nuestras propias emociones y pensamientos no resueltos. Por otro, nos libera de las expectativas y juicios hacia los demás. Cuando comprendemos que los pensamientos —y las acciones que de ellos derivan— son el resultado de un proceso interno condicionado por el tiempo, es más fácil cultivar la empatía y el entendimiento.


La relación entre el perdón y la deuda se vuelve clara: al perdonar, cancelamos las deudas mentales y emocionales que nos atan. No porque neguemos su existencia, sino porque las transmutamos a través del tiempo. El rencor, la culpa y el resentimiento son pensamientos congelados, petrificados por la falta de tiempo para ser comprendidos y transformados. Perdonar no significa olvidar o justificar, sino dar el espacio necesario para que la energía estancada pueda fluir.


#### **El secreto del pensamiento: el tiempo como maestro**


En el corazón de este análisis yace una enseñanza esencial: el tiempo es el maestro último. El tiempo no solo transforma los pensamientos, sino que también nos transforma a nosotros. Nos enseña a soltar, a esperar, a confiar en los ciclos naturales de la vida. Dar tiempo a los pensamientos propios es un acto de autoaceptación; dar tiempo a los pensamientos de los demás es un acto de amor. Ambos gestos nos conducen al mismo destino: la liberación.


El perdón, entendido de esta manera, deja de ser una obligación moral o una consigna religiosa para convertirse en una práctica espiritual profundamente pragmática. Es un camino hacia la paz interior que comienza con un simple pero poderoso acto: dar tiempo al pensamiento. Así, las deudas emocionales se disuelven, los resentimientos se desvanecen y la mente recobra su equilibrio natural.


#### **Conclusión: El perdón como camino hacia la libertad**


La frase “Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” no es solo una súplica; es una guía espiritual que nos invita a explorar la naturaleza del pensamiento, el tiempo y el perdón. Al comprender que cada pensamiento es una deuda y que perdonar es el arte de dar tiempo, descubrimos un camino hacia la libertad interior. 


El secreto de este enigma radica en reconocer que ni los pensamientos ni las emociones tienen poder propio cuando se les otorga tiempo. Al perdonar, no solo liberamos a los demás de nuestras expectativas, sino que nos liberamos a nosotros mismos de las cadenas del juicio y el sufrimiento. Perdonar es, en última instancia, el acto supremo de amor hacia la vida misma, que fluye incesante y eterna como el tiempo.  DC

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