Oh esencia que ilumina los jardines de mi alma,
tu silueta es un eco que danza en el horizonte,
una melodía que aún sin ser tocada,
me arrastra como el río sediento busca el océano.
¿Quién eres tú, que haces del aire perfume,
de la sombra un refugio,
y del silencio un verso eterno?
No te busco con los ojos,
te busco en el temblor de mi pecho,
donde tu risa ya florece como un jazmín sin dueño,
donde tus pasos son estrellas que despiertan mis senderos.
Si mis palabras fueran dignas,
serían el canto del ruiseñor al verte pasar.
Si mi corazón fuera cielo,
tú serías la única luna que lo atraviesa.
Dame el don de perderme en el abismo de tu mirada,
donde el tiempo no tiene prisa
y los segundos se derriten en un eterno ahora.
Que al pronunciar tu nombre,
mis labios sean templos de devoción,
y mi alma un humilde peregrino,
que vive y muere en el umbral de tu presencia.
Amada, no te pido que me ames,
te pido solo que permitas que mi amor por ti sea,
como el sol que no exige
y la flor que florece sin esperar recompensa.
Pues en tu exquisitez,
mi ser se disuelve y renace,
y en tu reflejo,
descubro el rostro de lo eterno.
DC
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