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Miguel Mochales

Miguel Mochales

domingo, 28 de septiembre de 2025

Capítulo 2

 


Capítulo 2 – El Árbol Invertido: Meditar de Pie



“El cuerpo es el templo. La tierra, su altar. Y cada músculo, una raíz que nos recuerda que el cielo también nace desde abajo.”



2.1 La raíz del cielo



En Oriente dicen que el ser humano es un árbol que crece hacia el cielo con sus raíces hundidas en la tierra. Pero en realidad somos un árbol invertido: nacemos con la cabeza en el aire, pero necesitamos hundir nuestros pies profundamente en el suelo para que nuestra conciencia crezca firme.


Meditar de pie es regresar al origen. Es permitir que la gravedad, esa fuerza invisible que nos ata a la Tierra, se convierta en nuestra aliada espiritual.

Cuando meditas de pie, no solo estás quieto: estás dialogando con el suelo, estás recordando a tu cuerpo que pertenece a la materia y al espíritu a la vez. Eres la raíz y eres la flor. Eres la copa que toca el cielo, pero también el tronco que sostiene la existencia.





2.2 La postura del árbol



La postura no es una forma externa: es un estado interno. La forma en la que colocas tu cuerpo determina cómo circula tu energía, cómo respiras, cómo piensas.

Si el cuerpo está en caos, la mente no puede estar en paz.

Si el cuerpo tiembla, la atención se dispersa.

Si el cuerpo está firme, la conciencia florece.


Ejercicio 1: La raíz firme


  1. Pies separados a la anchura de los hombros.
  2. Dedos ligeramente abiertos, sintiendo cómo cada uno toca la tierra.
  3. Rodillas desbloqueadas, ni rígidas ni blandas.
  4. Cadera neutra, como si un hilo invisible tirara suavemente de tu coronilla hacia el cielo.
  5. Hombros relajados, pecho abierto, mirada interior.



Permanece así, sin hacer nada. Respira. Siente el peso. Siente la estructura.

No luches contra la gravedad: entrégate a ella. El suelo no te empuja: te sostiene.





2.3 El Arca: tu cadera



Antiguas culturas sabían que en el centro del cuerpo se esconde el secreto de la vida. A ese centro lo llamaban Arca. No era un objeto externo, sino una caja sagrada dentro de la cadera donde se custodiaba el poder del alma.


  • Las piernas son los bastones que la sostienen.
  • La parte interna del muslo, la custodia virginalis, protege el núcleo.
  • El glúteo es el trono donde se sienta la conciencia.



Allí, en esa caja, vive tu deseo, tu sabiduría, tu libertad y tu miedo.


  • Deseo en el sexo, que empuja la vida a manifestarse.
  • Sabiduría en el bajo vientre, que dirige el movimiento con inteligencia.
  • Libertad en el sacro, que abre caminos nuevos.
  • Miedo en la zona lumbar, que protege y a veces limita.



Si no meditas en tu cadera, seguirás intentando meditar con tu cabeza, que inventa excusas, razones y pretextos para no cambiar.

La cabeza duda. La cadera sabe.





2.4 La mariposa interior



El cuerpo tiene su propio lenguaje. Si lo escuchas, descubrirás que en la pelvis hay un proceso de transformación tan profundo como el de la oruga en mariposa:


  • Los glúteos son las alas, donde la energía se abre y se expande.
  • El suelo pélvico es la crisálida, donde ocurre el cambio silencioso.
  • El sexo es la oruga, el impulso vital.



Cuando la energía asciende desde la pelvis, atraviesa cada nivel del cuerpo transformando deseo en poder, instinto en conciencia, materia en espíritu.


Ejercicio 2: La mariposa que asciende


  1. En postura firme, aprieta ligeramente el suelo pélvico como si quisieras elevar la energía.
  2. Lleva la conciencia al bajo vientre. Siente cómo se enciende el fuego de tu sabiduría.
  3. Desde ahí, deja que la energía suba al diafragma y expanda tu pecho.
  4. Sube aún más: deja que la conciencia toque tu garganta y tu lengua.



Este es el camino de la energía: de abajo hacia arriba, del instinto al espíritu.





2.5 Meditar es medir el tiempo



La palabra meditar significa literalmente “tomar la medida”. Y lo que se mide no es otra cosa que el tiempo que se vive.

Meditar de pie es sentir que cada segundo tiene peso, forma y latido. No necesitas escapar al futuro ni huir al pasado. Estás aquí, sostenido por el presente.


La eternidad no es infinita: está contenida en este instante que respiras.

Cuando tus pies sienten la tierra y tu cuerpo se convierte en antena, tu conciencia deja de buscar y empieza a recibir.





2.6 El canal del triunfo



En el arte del Ritsuzen –la meditación de pie– hay un canal sutil que recorre el interior del cuerpo: desde el arco plantar hasta el suelo pélvico. Lo llamamos el canal del triunfo porque cuando la energía fluye por él, tu presencia se vuelve invencible.


  • Pies enraizados: el mundo entra por tus plantas.
  • Gemelos activos: sostienen el ascenso.
  • Aductores firmes: canalizan la energía.
  • Suelo pélvico despierto: transforma el impulso en poder.



Ejercicio 3: Despertar el canal


  1. Apoya firmemente los pies.
  2. Visualiza cómo la energía asciende desde la tierra hacia tus piernas.
  3. Contrae suavemente aductores y suelo pélvico.
  4. Lleva esa energía a la cadera y siente cómo tu tronco se alinea.



Este canal transforma tu cuerpo en una antena viva de conciencia.

Ya no estás en el mundo: el mundo está dentro de ti.





2.7 El guerrero inmóvil



En el mundo exterior, moverse es sinónimo de hacer. En el mundo interior, quedarse quieto es la mayor de las acciones.

El guerrero inmóvil no huye, no reacciona, no huye de sí mismo. Se queda ahí, firme, sosteniendo su postura aunque tiemble. Y en esa quietud descubre que la verdadera fuerza no es empujar, sino soportar con dignidad.


Meditar de pie es entrenar el músculo más importante de todos: la voluntad.





2.8 Palabras finales del árbol invertido



Cuando tus pies se funden con la tierra y tu cuerpo se convierte en un canal de energía vertical, la meditación deja de ser teoría. Ya no necesitas técnicas ni mantras: eres presencia pura.

Meditar de pie no es una práctica para escapar del mundo. Es el arte de estar completamente en él, enraizado en lo real y abierto a lo sagrado.


Recuerda: el árbol que da fruto no corre. El árbol que da fruto no duda. El árbol que da fruto permanece.

Y tú, en tu quietud, también florecerás.




🌿 Resumen del Capítulo 2:


  • Meditar de pie te conecta con la tierra y convierte tu cuerpo en antena de conciencia.
  • La cadera es el arca sagrada: en ella residen deseo, sabiduría, libertad y miedo.
  • La energía asciende como una mariposa desde el instinto hasta el espíritu.
  • El guerrero inmóvil cultiva la voluntad en la quietud.
  • El árbol invertido nos recuerda que el cielo comienza por las raíces


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