¿Me oís bien? Atendedme un momento.
Hoy vamos a trabajar el conocimiento desde el cuerpo.
Colócate recto, firme, y abre bien la atención para escuchar.
Quiero que entiendas algo clave: hay otro nivel de meditación.
La antigua buscaba parar la cabeza, aquietar los pensamientos.
La moderna, la que te venden hoy en aplicaciones, te da frases, sonidos, un ratito de calma, y parece que funciona… pero no te transforma.
Lo nuestro va más allá:
no es quedarte pasivo esperando a que todo se arregle,
es despertar lo que eres.
Y eso pasa de dos maneras: o te lo da la vida con un golpe,
o lo entrenas aquí, con nosotros.
La pasividad hoy no sirve.
El mundo va demasiado rápido, la mente sola no basta.
Por eso lo que yo te quiero entregar es una meditación de pie,
una meditación que tiembla en tu cuerpo,
una meditación que saca sudor y no lágrimas,
porque lo importante no es el problema, sino cómo lo atraviesas.
Cuando tu atención cae, lo notas porque el cuerpo se desploma.
Cuando entrenas de pie, lo notas porque el cuerpo vibra,
porque hasta los empastes tiemblan.
Eso es foco. Eso es estar aquí.
Y hay algo más:
amor y meditación son inseparables.
Si tú lloras, yo lloro contigo.
Si tú caes, yo tiemblo contigo.
No desde el atril del maestro,
sino hombro con hombro, respirando y viviendo lo mismo.
Eso crea comunidad. Eso crea unidad.
Por eso hoy vamos a entrar en lo que llamamos psicología corporal.
El cerebro no es más que otro músculo,
y lo entrenamos desde la raíz del cuerpo.
¿Desde dónde? Desde el músculo rey: el glúteo.
Hoy trabajamos con él como guía,
porque desde ese centro puedes gobernar todo lo demás.
Así que prepárate, toma una toalla,
y comenzamos desde ahí, desde tu fuerza más profunda.
¿Quieres que te marque ahora mismo la primera secuencia de este trabajo con el músculo rey?
No hay comentarios:
Publicar un comentario