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Miguel Mochales

Miguel Mochales

sábado, 20 de septiembre de 2025

DOGMAZEM 22

 Ahora llevas las manos al bajo vientre. Déjalas reposar ahí, siente su calor, siente su peso.

Dobla cadera, aprieta hacia adelante y nota cómo se activa tu abdomen. Si la tensión no aparece de forma clara, presiona suavemente con las manos hacia adentro y empuja la tripa hacia afuera, como si marcaras un pulso contigo mismo.


Ese pulso es la señal de que estás entrando en el ara: el lugar donde la sabiduría se une con la creatividad, donde lo que sabes se convierte en lo que creas.


Piensa en esto: un equipo, en su esencia, funciona igual que este gesto. La principal labor de cada uno no es cargarse con el peso del otro, sino presionar lo justo para que al compañero le toque fortalecer su sabiduría. El matiz es fino: hay una frontera pequeña entre presionar el vientre y dar por detrás sin sentido. Por eso hay que tener precisión, conciencia y respeto.


Lo que estás haciendo ahora es algo profundo:

Has tomado la primera dimensión —ese punto clavado en el suelo, esa raíz vertical de tu entrenamiento— y la has elevado hacia el vientre. Hacia el lugar de la creación, el lugar de dar a luz lo nuevo.


Aquí te pido algo esencial:

No dejes que tu cabeza rompa lo que siente tu vientre.

Tu mente, saturada de neuropéptidos, intoxicada por un exceso de pensamientos, puede engancharse como lo hace la heroína. Y entonces solo te quedan las razones, los argumentos, los discursos… pero por dentro, la soledad.


Natalia, fíjate. ¿Cuántas veces, en medio de la empresa, te sientes marciana, como si no fueras de este mundo? Eso ocurre cuando no has entrado en el ara. Porque cuando entras, dejas de mirar carencias, propias o ajenas. Entras en otro estado: el de la creatividad pura.


Por eso aquí no se trata de sobrevivir. La supervivencia solo conduce a la muerte. Lo que te propongo es lo contrario:

morir en cada instante, soltar, quemar, transformar en cada respiración y en cada contracción abdominal. Así el vientre se convierte en tu templo, y tú en tu propio fuego.


Y en esa entrega, lo único que queda es salud interior, limpieza, verdad.


Un saludo.




¿Quieres que te lo prepare en un formato de visualización guiada? Así podrías escucharlo con los ojos cerrados y seguirlo como si fuera una meditación activa.


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