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Miguel Mochales

Miguel Mochales

viernes, 19 de septiembre de 2025

DOGMAZEM 12

 Atiéndeme: hay algo muy importante que quiero contarte: meditar. Nosotros meditamos. La meditación es espacio y tiempo.


El espacio se expresa cuando tienes las piernas apoyadas, las rodillas abiertas y empujas: es una meditación sobre el sistema neurocelular que aumenta tu capacidad de crear con el cuerpo. Solo quien crea, despierta. Ese estado de luz, de fuego o de iluminación —atrevámonos a llamarlo así— te da salud, claridad mental y, sobre todo, acceso al reino de las ideas: ese instante en que dices «ahí va, he tenido una idea». La «medida espacio» es con qué grupo muscular o acción estamos trabajando; podríamos llamarla meditación de pie aunque en ese momento estemos sentados, porque seguimos haciendo fuerza.


El tiempo, en cambio, es cuánto trabajamos en sentirlo. ¿Lo entiendes? En casos de enfermedades crónicas vinculadas al sistema nervioso, la capacidad de recuperación es extraordinaria. Inés, ¿eres médico, verdad? ¿Estás de acuerdo con lo que digo? Ahí tenéis el ejemplo. Por eso trabajamos el sistema neurocelular —sistema nervioso y células—. Al llevar esa activación a los hombros hemos entrado en el músculo que simboliza la capacidad de sentir, vivir y comprender la eternidad.


¿Por qué? Porque cuando estiras los brazos el tiempo parece detenerse: un segundo puede sentirse como una hora. Cuando un segundo dura una hora eres capaz de fraccionarlo en más micras; cuando introduces más información por segundo, aumentas la salud, el poder interior y, sobre todo, la exquisitez de quién eres. Y qué bonito es ser así.


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