La mente no existe, solo sucede
Muchos dicen: “Tengo que arreglar mi mente, colocar mi cabeza, ordenar mis ideas”.
Eso lo dicen los que están ciegos.
La mente no existe.
Los sentimientos no existen.
Solo suceden, y como todo lo que sucede, tienen una duración limitada.
Que cada mañana vuelvas a quedar atrapado en esos procesos depende únicamente de ti.
Cultivar la sabiduría
Si cultivas dos o tres veces por semana la sabiduría —es decir, permitir que la energía ascienda desde la Tierra hacia arriba, para recibir la supraconsciencia y desarrollar dentro de ti tu estado divino—, sucede algo extraordinario.
Se genera una química sagrada. Y, con ella, simplemente, todo empieza a ir bien.
Ahora bien, cuidado con los matices:
“Ir bien” no significa que todo salga como tú quieres.
“Ir bien” significa que estás en un estado donde, ocurra lo que ocurra, nada te arrastra.
El ejemplo del gol
Cuando alguien entrenaba conmigo en el gol, conseguía dos cosas:
El peor resultado siempre era un buen resultado.
Pase lo que pase, no pasa nada.
Eso es la ecuanimidad.
Y comprender ese matiz es absolutamente crucial.
Crear vs. competir
El resto es ruido: “Voy a intentar, voy a ver si puedo”.
Lo siento, nunca ha sucedido nada, y no va a empezar a suceder ahora.
Existen dos tipos de personas:
Los que crean: crean, y punto.
Los que compiten: se desgastan y no generan nada nuevo.
Masa muscular inteligente
Desde aquí, lo que trabajamos es masa muscular inteligente, sin necesidad de pesas.
Lo haces solo con el poder mental, con la absorción de la energía de la Tierra.
Ahí aparece el concepto de neurocelular:
Neuro es la red del sistema nervioso.
Celular es la sabiduría inscrita en cada célula muscular.
Todo lo que entra por el sistema nervioso, el músculo lo lee.
Y de pronto, te descubres haciendo cosas que no sabías que podías hacer.
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