Escúchame y escúchame profundamente, con lo que estás haciendo hoy en día, con la velocidad que hay, te lo voy a explicar. Mira, cuando tú luchas desde una trinchera, pegas un tiro, te agachas, pegas un tiro. Cuando tú luchas con la espada, como se luchaba antiguamente, se buscaba una serenidad, estar asentado dentro de ti.
Tú te acuerdas que conmigo estuvo entrenando Pirri, el medallista olímpico de esgrima, ¿verdad? Es decir, un samurái no luchaba con la katana, un samurái luchaba con el arco. Entonces tenía tanta información de dónde disparar, que si no tenía un proceso acelerado de su sistema cognitivo, fallaba y le mataban a él, porque hasta que vuelves a cargar el arco, flipa.
Entonces suceden, cuando tienes que pensar rápido, dos cosas. Primero, no puedes tener tensión muscular. Segundo, tienes que ver con el cuerpo. ¿Me comprendéis lo que estoy diciendo?
Pues la vida hoy en día es como cuando el samurái iba a luchar con un arco. Es decir, si yo tengo un rival enfrente, tengo toda la información delante. Pero hoy en día no hay un rival enfrente. Hay 20.000 frentes con 30.000 rivales. Pero solo se acercan tres, sí, pero hay 20.000.
Si yo no tengo esa capacidad de ver sin ver, simplemente no puedo estar a la altura de lo que hago. Por eso el yoga estaba muy bien hace 2.000 años y esto es un yoga, una reunión siglo XXI. Punto.
Yo no quiero que venzas a tus rivales, a tu familia, no. Yo lo que quiero es que no tengas que vencerlos, que nadie tenga que perder, porque hay un respeto por tu rapidez de respuesta.
Si tú vences a alguien, un día se venga. Si no le vences, te ha ganado. Yo no quiero nada de eso.
Yo lo único que quiero es que tengas lo que se llama Zen Power, el poder de la tensión. Músculo y Zen. Punto.
Y eso es lo que estáis entrenando.
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