La siguiente fase del entrenamiento consiste únicamente en un movimiento de rotación.
Fíjate: en todo el trabajo del hombro estamos cultivando sensibilidad y conocimiento. Aquí, el verdadero peso no es físico, sino el peso del conocimiento. El deltoides lateral, en su expansión, se asemeja a las dos plataformas de una balanza, equilibrando el espacio personal. Por eso antes de entrar en el gesto, quiero remarcar que este entrenamiento es, sobre todo, una filosofía de vida.
Ahora sí: el movimiento.
Primero, era necesario que sintieras el deltoides ligeramente cargado, que lo percibieras “pesando”. Cuando llegues a ese punto, comienza a rotar suavemente. Gira la palma de las manos hasta que miren hacia atrás. Importante: no lleves los brazos hacia atrás, mantenlos firmes en el lateral. Solo gira la muñeca, muy poco, hasta que notes cómo el dedo meñique se separa levemente de la mano, alineado en la vertical.
Este gesto es un símbolo. Es muy parecido a cuando quieres detener algo que llega por detrás. La metáfora es clara: el deltoides posterior representa el pasado. Al reafirmar el presente, detienes el acceso de ese pasado y te mantienes en tu centro.
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