Escucha el silencio… como si no existiera nada más.
Respiras… te mueves… o no.
Solo eso: escucha el silencio.
Bendito sea que, en un viernes, puedes escuchar el silencio. Bendito sea.
Tomas aire… y te concentras en retenerlo dentro.
Eso se llama inhalar el universo.
Coges el aire, lo retienes… y te quedas en esa búsqueda.
Porque vas a retenerlo a la altura de la frente, en busca de dos cosas:
- Lado izquierdo: los juicios en los que te metes.
- Lado derecho: lo que aún no ves, los sueños que necesitas y tienes.
Retienes el aire. Lo sostienes en la frente. Tripa metida. Ahí lo sientes.
Y solamente por ese instante en el que mantienes el aire dentro… merece la pena haber llegado hasta aquí.
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