Atended un instante, porque quiero que entendáis con claridad qué habéis meditado hoy.
Mirad vuestras caras: todas están distintas, todas respiran de otra manera. Algo ha cambiado, sea lo que sea, algo ha sucedido dentro de vosotros.
La base de este trabajo es una práctica avanzada: la posición Ritsu-Zen, la meditación del samurái. Esta forma no busca que la mente se relaje o se apague; busca que se acelere, que se expanda, que tenga la velocidad suficiente para sostener el ritmo del mundo en el que vivimos. No se trata de escapar del ruido, sino de poder moverte dentro de él con claridad y presencia.
Ahora bien, dentro de este entrenamiento hemos entrado en lo que llamamos el camino del héroe. El héroe es quien trasciende su condición humana para rozar lo divino. No hablamos de adivinación, sino de una dimensión más profunda de ti mismo.
Durante la práctica, cuando bajaste las piernas y sentiste esa intensidad, entraste en lo que simbólicamente llamamos el infierno. La palabra infernum, en latín, significa literalmente “la parte inferior”. Y eso es lo que exploraste: la parte más baja del cuerpo, el terreno del esfuerzo, del fuego, del desafío.
Ahí aparecen dos elementos esenciales:
- El fuego, que es ese ardor que sentiste en las piernas.
- Y las fuerzas interiores que te movían, lo que en griego se llama daimones: impulsos que agitan, que remueven, que despiertan.
Si puedes meditar en medio de ese infierno, si eres capaz de mantener la conciencia despierta entre el calor, el temblor y el movimiento, entonces el mundo exterior deja de tener poder sobre ti. Lo que sucede fuera ya no te arrastra, porque dentro has aprendido a permanecer.
Luego ocurrió algo más: esos pequeños saltos que diste, ese instante en el que el cuerpo quedó suspendido por una fracción de segundo. Eso es lo que llamamos levitar. No se trata de volar, sino de un instante en el que tu cerebro se libera de la gravedad. En ese microsegundo se abre un espacio interior de conexión con tu origen, con la luz, con lo que realmente eres.
En esta sesión, en realidad, hemos trabajado tres niveles de meditación:
- Ritsu-Zen, la meditación en pie, que fortalece la mente en movimiento.
- La bajada al infierno, donde aprendes a mantenerte despierto en medio del esfuerzo y el caos.
- La levitación, ese instante de ligereza en el que te reencuentras con tu centro más profundo.
Ese es el viaje completo: cuerpo firme, fuego transformador y, al final, un instante de libertad absoluta. Esto es lo que habéis vivido hoy.
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