Energía Celestial y Activación Posterior
En esta primera fase del ejercicio trabajamos dos conceptos esenciales. Por un lado, las dos esferas del deltoides, que funcionan como depósitos de energía. Les llamamos bolas porque su forma esférica facilita que esa energía se acumule y circule con mayor intensidad.
Al elevar los brazos hacia arriba, relaja los dedos para permitir que la energía fluya con libertad. Al descender y apretar los omóplatos hacia atrás, contrae al máximo toda la musculatura implicada. Realiza este movimiento de forma lenta y consciente, sintiendo cada transición.
Lo sutil y profundo de este ejercicio —similar a una polea trasnuca— es que no se trata de cargar la espalda con el peso gravitatorio desde abajo, sino de canalizar la energía celestial, aquella que desciende desde encima de tu cabeza hacia el resto del cuerpo.
Cuando alcances la posición de doble bíceps, realiza un gesto clave:
- Estira las palmas de las manos.
- Extiende los codos formando una cruz con los brazos, como una figura de Cristo.
En este punto, sentirás una contracción total de la musculatura posterior, especialmente en el trapecio medio, las llamadas alas del ángel. La energía fluirá con intensidad hasta llegar a tus manos.
Lleva también los dedos ligeramente hacia atrás: esto genera una convergencia energética absoluta en toda la cadena posterior del cuerpo.
Mantén esta posición durante 20 segundos, respirando con firmeza.
Cuando necesites aliviar la tensión, eleva ligeramente las manos: este gesto mantiene abierta la frecuencia de entrada energética, asegurando que el flujo no se interrumpa.
Recuerda siempre: lo que estás cultivando aquí es la frecuencia de entrada energética —el puente invisible que une el cielo con tu cuerpo.
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